Mi hermana me entrega la boca y la cola por la gerencia
Fecha: 03/12/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: ghesuita, Fuente: CuentoRelatos
Angela asoma medio cuerpo a través del ventanal del segundo piso. A grito pelado y puños en el aire intenta detener la gresca entre los peones de mi corralón. Pero su cuerpo midsize curvilíneo, siempre a un par de kilos del sobrepeso, lejos de atraer la calma, despierta instintos primarios e incita a la jauría.
El chillido de mi hermana me exaspera más que los tumultos que generan media docena de ebrios bajo el sol del mediodía. El moscardón sobrevolando mi testa transpirada dispara la irritación; entonces, me abalanzó por detrás y sujeto a la mujer de la cintura, apartándola de la ventana. Harto del chirrido nasal, sujeto su boca con la palma de mi mano, un gemido se escapa entre los labios carnosos y rosados.
Por inercia, por poco perdemos la vertical. Afortunadamente, logramos apoyarnos en una pared de la oficina; ahora estamos frente a frente, mi mano sobre su boca de labios irregulares que filtran respiración agitada: se infla su pecho. Es un instante, Angela mira entre asombrada y sumisa desde sus cuencas ensombrecidas como un mapache. Su mano llega a mi muñeca y entonces, despertamos del transe tentativo; quito la mano de su boca y me aparto. Dejalos solos, dejalos que se duermen un rato y después siguen trabajando de un tirón hasta el anochecer- susurro asqueado.
Mi hermana ha vuelto a los pagos después de probar suerte en Capital. A lo largo de una década comenzó y abandonó carreras y puestos de trabajo varios; tuvo parejas que duraron lo que la ...
... displicencia en el trato permiten. Angela siempre fue una muñeca midsize, de rasgos redondeados y bien proporcionados. Su rostro de porcelana enmarcado por un flequillo castaño oscuro ha sido una herramienta de estabilización social ante la incapacidad de progresar en la vida. Es bonita y lo sabe, a los treinta y cinco juega con la inocencia y gracia sin dejar de morderse y torcer los labios, su arma de seducción más elaborada.
Al principio no me convenció su vuelta al negocio familiar: simplemente no era justo que tras pelear solo durante una década para que el corralón llegue a ser el más importante de la zona sur de la provincia de Buenos Aires, Angela se apareciera de la nada con pretensiones de gerencia. La pelea fue intensa pero la sangre no llegó al río. Acordamos que ella sería mi secretaria personal hasta que se fuera impregnando del estilo de trabajo, lo cual nunca sucedería dado su carácter errático. Así que, ella en el vestíbulo y yo en la oficina de la gerencia, los dos nos repartimos el segundo piso del edificio. En el primero, quedó el sector administrativo y de ventas; en planta baja, el depósito. Treinta metros al este se levanta un tinglado cerrado del tamaño de una cancha de fútbol donde se resguarda los materiales sueltos y se producen riñas entre los peones.
A pesar de que la mayoría del tiempo se la pasa haraganeando en la red, la presencia de Ángela es útil dado que le puedo encomendar llevar mi palabra a los pisos inferiores, evitando el contacto con la ...