Apuestas y juegos de azar
Fecha: 03/12/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Novio Cuckold, Fuente: CuentoRelatos
Los vicios, los malditos vicios que destruyen tu persona e incluso a tu familia, yo caí en uno de ellos, y lo pagué caro.
Llevaba una vida tranquila con una bella esposa y una hija maravillosa, un trabajo promedio, no me daba lujos pero me permitía vivir dignamente, trabajaba en una oficina, era un "Godinez" como comúnmente se dice.
Todo marchaba bien hasta que por influencia de un compañero de trabajo empecé a ir a casinos a apostar casualmente, primero lo tomaba como divertimento, íbamos por la noche y no me arriesgaba, mis apuestas eran muy bajas pero siempre estaba en mí esa sensación de querer tener más, avaricia le llaman, no soportaba irme a casa con las manos vacías y siempre trataba de ganar más dinero, algunas veces lo logré, otras no.
Así el vicio fue creciendo poco a poco, por mi horario de trabajo sólo podía ir a jugar de noche pero pronto mi esposa me cuestionó el porqué de mis escapadas, yo con gran cinismo le inventaba que el jefe de departamento hacía juntas y éstas se prolongaban, ella inocente me creía hasta que llegó un momento en que las cuentas no le daban, ya no le alcanzaba el gasto, el dinero empezaba a faltar en la casa, ella quiso aclararlo.
-Eduardo, cada vez me das menos dinero para la casa, ya van dos veces que no pagas la luz y nos la cortan ¿que está pasando con el dinero?
-Ana, todo está subiendo, además sabes que no gano tanto.
-Ese es el punto, hay que administrar bien el dinero ¿que haces con lo demás?
-Amor...
-Y ...
... ya que estamos hablando explícame de tus juntas a medianoche, eso es imposible ¿¡a donde rayos te vas!?
-Bueno...
-Dime...
-Pues... He estado yendo al casino con un compañero.
Apenas terminé la frase Ana enloqueció, pronto la confrontación entre los dos no se hizo esperar, discutimos toda la noche y al final me hizo entrar en razón y le prometí no volver a apostar ni la mínima cantidad.
Lo cierto es que el juego a mí ya me había gustado bastante pero ya no podía escaparme por las noches, Ana se daría cuenta, decidí ir al menos una vez a la semana al casino a la hora de mi comida. Llevé esa rutina por varias semanas pero no me era suficiente, siempre quería tener en mi cuerpo esa adrenalina de no saber si la carta que estás jugando, el caballo al que apostaste o la máquina en la que estás jugando te hará ganar más plata.
Una mala noche perdí más de 3000 pesos en una pelea de gallos, le pedí prestado a uno de los organizadores de las peleas con quien tenía confianza, volví a apostar y perdí de nuevo, al final él me ayudó pero le quedé a deber algo de dinero.
Días después junté algo pero no era suficiente, él me dijo que si no tenía nada le diera una computadora o una televisión y con eso quedaba saldada la cuenta. Opté por la televisión y en un momento mientras Ana no estaba en casa la saqué y se la entregué a "El Toro" que era el apodo del tipo al que le debía.
Obviamente mi esposa me preguntó sobre la televisión, sin que se me ocurriera algo mejor le ...