Silvia - 6 - Relatos Eróticos

Silvia - 6

... quiero demostrarte el amor que te tengo,

Era un anillo de pedida consistente en un diamante del tamaño de un garbanzo, me quede con la boca abierta y le abrace y le dije:

- No me hagas llorar que se me corre el rímel.

Lo abrace lo bese y el público asistente en aquel momento, se puso de pie y comenzaron a aplaudir, gritando Felicitaciones, viva los novios.

Al salir en la puerta nos estaba esperando Irene, había sido la cómplice en aquella pequeña celebración, en colaboración con el metre del restaurante, ella sabía lo que le iba a decir pero no le adelanto nada a Henry, pero el sospechaba algo, ya que no se pasea una con la chica del brazo, llevando en el bolsillo semejante pedrusco.

Pasaron los días y comenzaron los preparativos de la boda, Irene me ayudo a escoger el traje de novia tras varios modelos me decidí por una confección a la medida, cuerpo completamente de encaje, escote en V unas pequeñas mangas a la altura de los hombros, el pelo recogido cola de 3 metros y un velo de tul que me cubriese la cara. Debajo vestía el clásico conjunto de novia, sujetador de media copa, braguita, liguero todo en el color blanco, las pruebas eran supervisadas por Irene, a la que ya se le notaba en embarazo de 4 meses, y llego el día.

No tenía a nadie que me llevase al altar y fue entonces que me acorde de una persona, El Doctor que me había hecho mujer, motivo para el público, me había operado a vida o muerte, motivo para mí, me había hecho una mujer.

Tras la ...

... ceremonia, convite, baile, Henry y yo salimos corriendo sin decir nada, nos subimos al coche y nos dirigimos a las afueras de la ciudad, un pequeño chalet-refugio de caza.

La inocencia de la novia, no le permitía desnudarse delante de su marido, ella sería la primera vez que viese a su marido completamente desnudo y podría tener reparo al verle en tal guisa, por eso decidió cambiarse en el baño, preparándose para el momento que toda novia desea, era su gran secreto.

Henry, ya en su dormitorio la esperaba, en eso Silvia apareció en la puerta, vestía, por asi decir, un tanga, que únicamente le tapaba la entrada de su secreto, sus pechos desbordaban dentro de su sujetador, y acercándose al lecho conyugal se inclinó sobre su marido y le dijo.

- Cariño, soy tuya, hazme la mujer más feliz del mundo, todo lo que ves es tuyo, ámame, poséeme hazme tuya.

Henry la abrazo la beso y poco a poco le fue retirando las barreras que le impedían amar a su esposa, Silvia lo acariciaba, lo besaba, sus manos recorrían el fornido cuerpo de su marido cuando de repente dio un pequeño grito de admiración había cogido el pene de Henry su tamaño le asusto media unos 14 cm de largo y 8 de circunferencia, enseguida lo soltó y le dijo.

- Cariño, eso me va a destrozar me dolerá mucho, no entra todo en mí.

- Cariño, no te preocupes, la naturaleza es sabia, iré

- poco a poco y apenas te dolerá, solamente en el momento de que dejes de ser virgen, no tengas miedo.

Silvia se dejó convencer ...