1. Mi profesor gordo y robusto Don Manuel me inició


    Fecha: 22/01/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: ssss, Fuente: SexoSinTabues30

    ... pensé y nunca pude saberlo aunque a decir la verdad no me importaba , no; me la traía al pairo como dicen por ahí, o quizás no.
    
    Nuestro profesor de matemáticas se llamaba Enrique. Era alto con bigote negro, tripa. Tenía aspecto masculino, pero sinceramente no creo que fuera muy macho. Bueno, esta parte del relato resulta inconcreta. Es superflua y aburrida. Este punto de vista podría tenerlo en cuenta alguien, o yo mismo si estuviera no tan captado por las circunstancias, pero es imposible porque en realidad no significa absolutamente nada.
    
    El profesor de Sociales era Don Manuel. Un señor bajito y brutote, gordo pero duro, no fofo. Y tenía un gran bulto. Yo creí que se metía algoen el paquete para que se formara tremenda protuberancia. Estaría llegando a los 50 años, por ahí.Rebosaba virilidad, con una gran barriga y unas tetas duras que él dejaba entrever, dejando su camisa algo abierta. Siempre iba muy afeitado y tenía unas manos gruesas y fuertes como todo en él.
    
    Pero pasaba algo que llamó mi atención desde el principio. A pesar de ser bruto en sus modales, era educado e instruido.Yo empecé a fijarme mucho en su comportamiento porque admiraba su físico. Quería ser como él. En cierta manera, y dado que mi padre era un hombre incapaz de demostrar afecto, encontré en la figura de Don Manuel un referente. Su presencia me intimidaba, pero a la vez sentía que al estar con él nada malo podía sucederme. Tenía una naturaleza cariñosa y su empatía infantil le distinguía. ...
    ... Te encontraba en los pasillos y te ponía su brazo en tus hombros y paseaba un rato contigo como si fuera, no sé, un padre. Hablaba contigo como si lo fuera, te preguntaba por tu vida, por tu familia, por tus juegos…pero también había algo sexual en aquellos paseos. Te daban ganas de poner tu brazo en su cintura, como si fueras…su pareja. Sí. Sé que puede sonar exactamente a eso pero era inevitable no querer hacerlo. Era tan macho que te femenizaba su presencia.Su personalidad, la manera de moverse, de hablar, su humor…todo era tan masculino…
    
    De pronto, un día, de manera habitual, paraba la clase y llamaba a su mesa a los alumnos más cucos. Un día uno, otro día otro. Los sentaba en su muslo de manera que las dos piernas del chico quedaran una a cada lado del muslo y mirando hacia el frente, o al contrario. Como montar a caballo. Se entiende. Entonces empezaba a subir y bajar la pierna zarandeándolo, haciéndole monerías, tirándole de las orejas, moviéndolo como cual títere mientras la clase reía. Yo no sonreía. Estaba observando con atención lo que pasaba y mi calzoncillo estaba húmedo. Al chico que le tocaba se quejaba, ya que el maestro se empleaba a fondo.
    
    Yo no era nada golfo, pero un día me tocó el turno a mi.Me levanté del pupitre envalentonado y sonriente, como si aquello estuviera bajo mi control. Me había puesto una máscara porque en el fondo estaba muerto de miedo.Mi corazón latió apresurado a medida que me acercaba a su mesa. Me recibió sentado con las piernas ...
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