Vacaciones a solas
Fecha: 06/02/2025,
Categorías:
Gays
Autor: falocrata1, Fuente: TodoRelatos
... encantaría-repuso Héctor-, pero estoy con mis amigos y no les puedo dejar solos. Aunque, si me dices cuál es, mañana por la noche puedo librarme de ellos e ir a hacerte una visita.
El rechazo estuvo a punto de dejarlo desolado. Esa flaqueza se tornó en ánimo cuando dejó caer la propuesta cargada de diversión velada. Felipe no tardó en hacerse con una servilleta y extraer un bolígrafo que siempre llevaba consigo para casos como este. Apuntó el hombre del hotel y el número de su habitación y se lo tendió.
-¿Sobre las diez?-sugirió.
-Allí estaré-respondió, guardando el trozo de papel en un bolsillo de su camisa.
Luego tomó los tres vasos y desapareció entre el gentío.
Felipe se sentía muy ufano por su conquista. El día siguiente no fue muy distinto, con la única excepción de que volvió a su habitación a una hora más temprana para estar listo para su cita. La refrescante ducha además sentaba genial, con todo el calor y el sudor que se acumulaba en su piel. Una higiene que resultaba importante, tanto más como que esperaba seguir sudando, y a la que dedicó un buen margen de tiempo. Todavía se estaba secando cuando oyó que llamaban a la puerta.
-¡Voy!-exclamó.
A toda prisa se enfundó la toalla alrededor de la cintura y corrió hacia la puerta, que abrió parapetando su evidente desnudez por precaución. A pesar de que el mundo aparecía borroso ante él, pues se había dejado las gafas, reconoció al visitante al otro lado de la hoja.
-¿Todavía no he llegado y ya ...
... estás sin ropa?-saludó Aquiles con un tono mordaz. Es decir, Héctor. Se llamaba Héctor.
-Me has pillado duchándome-respondió con igual buen humor-. Pasa.
Vestía una camiseta deportiva de tirantes de un llamativo color rojo, así como unos pantalones de chándal cortos y negros que le llegaban muy por encima de la rodilla. Tanto que podía pensarse que era un bañador o que algo interesante asomaría por el borde de una pernera.
-Ponte cómodo. Enseguida salgo.
Felipe volvió al baño mientras dejaba que su cita cerrara la puerta. Se puso las gafas, limpió un trozo de vaho del espejo y utilizó su reflejo para peinarse. Tenía un lado coqueto que gustaba de estar siempre presentable. Aunque luego se preguntó por qué lo hacía. Si su compañero resultaba ser buen amante, y tenía pinta de ello, acabaría con el pelo alborotado y cada mechón apuntando en una dirección. Confiaba en ello.
Mientras giraba la cabeza de un lado a otro para comprobar que ningún mechón se salía de su correspondiente lugar, una nueva figura asomó en el espejo.
-¿Has terminado ya?
Felipe se giró. La sorpresa le lanzó un ataque de rubor, combinado con un toque de lujuria que se abrió paso para convertirse en el ingrediente principal. Ahí, apoyado en el quicio, reposaba Héctor con cada centímetro de piel expuesto sin tapujos. No poseía una musculatura definida con líneas que parecieran resaltadas con rotulador. Pero no quitaba que pareciera un modelo anatómico perfecto y que se pudiera estudiar cada ...