1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (39)


    Fecha: 13/02/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... única que tiene la puerta abierta. Las de las otras habitaciones están cerradas porque mis compañeros ya salieron a trabajar. Hágale pues, mientras yo termino de prepararme el desayuno. Siga, siga. ¡Con confianza que está en su casa! —Esgrimió una sonrisa tras su invitación.
    
    —Esa actitud alivió mi angustia y calmó un poco mi zozobra, pues comprendí que no te encontrabas allí. Sin embargo, al llegar a la segunda planta, con cautela me fijé en las otras dos habitaciones que efectivamente, tenían sus puertas cerradas, más no así el baño que las separaba, esa puerta estaba a medio cerrar, y no escuché ningún ruido en su interior. Lo único que podía oír era al Playboy de playa, trasteando platos y sartenes, abajo en la cocina.
    
    —Me introduje con cautela a su habitación y mi alegría por no encontrarte con él, de un golpe de realidad al hígado, me dobló. ¡Te encontré!
    
    Mariana abre sus ojos azules desmesuradamente, extrañada por mis palabras y me dice...
    
    —Como así, Camilo. ¡Yo no estuve ahí! Yo jamás volví a ver…
    
    —Colgadas en el muro contiguo al baño, en ocho retablos flotantes, que formaban un gran rectángulo, estabas tú. –No la dejo explicarse y continúo narrándole. – En los tres superiores, tu, él y tus compañeros de oficina. Sonrientes obviamente, vestidos con sus uniformes de trabajo, frente a la recepción, al pie de la piscina olímpica y la otra dentro del gimnasio de la agrupación en Peñalisa.
    
    —En la tres de abajo, tú y el, abrazados, junto a tu amiga y su ...
    ... novio, por lo visto cantando karaoke y bailando en el bar de costumbre. Y en las dos del medio, a cada extremo de la central, Eduardo, él y tú, en varias poses, nada sugerentes ni comprometedoras es verdad. Tan solo me impactó el escenario que habían utilizado como fondo de las mismas. ¿Lo recuerdas? Las fortificadas paredes del Castillo de San Felipe en Cartagena de Indias. Por cierto, Mariana. ¿Quién era el fotógrafo? ¿Un turista tal vez?
    
    Lágrimas y más lágrimas, humedecen su par de cielos. En los míos naturalmente, permanecen visuales, los rastros de una humedad que se desborda por los lados.
    
    —En la del centro, un retablo más grande y cuadrado, estabas tú con él. Era de noche. Tú con el bikini de rojo, gemelo del negro, aquel que más te gustaba por el color, pues según recuerdo, te encantaba más ese, porque te hacia lucir más llamativa. Y tu playboy de vereda, con un bóxer breve de tela negra, medio paso por detrás de ti. ¿Tampoco lo recuerdas? ¡Yo sí!
    
    —Él cruzaba su brazo sobre tus pechos, y el tuyo hacia atrás se elevaba, conduciendo tu mano hasta su nuca, atrayendo su rostro y recibiendo de él un beso; los dos posando para el fotógrafo, en una toma elevada desde una terraza cercada por un cerramiento bajo, de vidrio templado, y con la lejana, pero romántica panorámica de la ciudad amurallada, con las luces titilantes de sus calles más abajo, y los vecinos edificios alejados, bastante desenfocados.
    
    —Se estaban besando, Mariana. Besándose con los ojos cerrados. ...
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