Infiel por mi culpa. Puta por obligación (39)
Fecha: 13/02/2025,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... tuyo y pudieras identificarme. Caminé por la acera de enfrente y examiné a la distancia, la escena donde podría estar fraguándose de nuevo el atentado a mi honra.
—No te veía por allí, no se veía a nadie más por la calle. Podría ser que lo hubieses recogido ya, al llegar yo de nuevo, demasiado tarde. Mis ganas de enfrentarlos no disminuían. Por el contrario, se acrecentaban cada que recordaba haberlo visto merodear en su automóvil, casi frente a la entrada principal de nuestro conjunto residencial, mientras Mateo jugaba con sus amiguitos en el arenero.
—A mitad de la cuadra me di cuenta que tu amante salía de la casa por la puerta principal, desarreglado, en pantaloneta y chanclas, tirando de una correa al perro que no quería por lo visto, subirse a un pequeño camión de una guardería canina, para ser transportado. En la batalla desigual entre el can y dos humanos, uno de ellos el conductor y el otro su amo, lograron meterlo en un guacal, y al despedirlo como yo despedía a Mateo cuando se marchaba a su colegio, ese estúpido se dio la vuelta y me descubrió.
—¡Arquitecto! ¿Qué hace usted por acá? —Me preguntó asombrado.
—No me paralicé, Mariana. Por el contrario, fingí muy bien y le dije que precisamente iba buscando su ayuda.
—¡Hola José Ignacio! Qué bueno que lo he podido encontrar. Tuve un percance con la 4x4. Con tantos huecos en estas calles, y por la lluvia de anoche, me metí en uno de esos charcos y al no poder verlo, se me ponchó una llanta. El problema ...
... es que le pedí el favor a mi mujer hace unos días, de llevarla a lavar, y ahora no encuentro la cruceta para aflojar los pernos. Y estando por acá, me acordé de que usted vivía muy cerca, y quizás me pudiera hacer el favor de facilitarme la de su auto. Creo que esa me puede servir.
—Por supuesto Arquitecto, ni más faltaba. Déjeme voy por ella y le hecho una mano, para sacarlo del apuro. —Se ofreció cortésmente, tu egocéntrico siete mujeres.
—Gracias, pero no se preocupe. –Le respondí. – Yo lo puedo hacer solo. No quiero que deje de hacer sus cosas. Ehhh, lo que sea que esté haciendo por colaborarme. —Entró directamente al garaje y un minuto después regresó con la herramienta en la mano.
—Me devolví solo hasta la camioneta, y me senté a esperar allí, un tiempo prudencial. Luego me bajé y abrí el cofre, para untarme las manos con el aceite de la varilla medidora del motor. Me las embadurné bien con polvo y barro, arrumados a la orilla del andén. Me devolví a su casa, cruceta en mano y las mangas de mi camisa arremangadas.
—No se demoró en abrir la puerta y tan pronto le entregué su herramienta, agradeciéndole por el favor, el mismo, al verme sucio me dio vía libre para que siguiera al interior, y me limpiara las manos. Pero no en el baño auxiliar del primer nivel, pues según me dijo estaba atascado. Me indicó que lo hiciera en el suyo, ubicado en su habitación en la segunda planta.
—Suba las escaleras, arquitecto, y a la izquierda encontrará mi habitación. Es la ...