1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (39)


    Fecha: 13/02/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... esforcé por memorizar su número telefónico. Nunca le di el personal mío, por más que insistió, y jamás le pedí el suyo particular. Desde que nos echaron de la constructora, no volví a cruzar ni media palabra con él. Si me buscaba fue… ¡Solo fue por que quiso hacerlo! Yo no tuve nada que ver.
    
    —Por las noches después de cenar, tras actuar aquella hipócrita pantomima de despedirnos con cortesía en frente de Mateo, –deseándonos las buenas noches– yo esperaba en la cocina fregando los trastos, a que tu terminaras con él, durmiendo en su habitación, mientras yo hacía uso del cuarto de invitados. Te seguí varias veces los últimos días, después de que esa tarde no saliste a la calle para… ¡Para verlo! Quería memorizar tus horarios y conocer tus rutinas, pues mi intención era pillarlos en el acto y... ¡En fin! Resultó que no hacías nada diferente a visitar a tu madre o a tus hermanos en las oficinas de la exportadora. Incluso te esperé en la calle por más de tres horas, cuando te encontraste con la odiosa de tu tía en la peluquería.
    
    —La desconfianza no me permitía vivir en paz ni dormir a pierna suelta como anteriormente me sucedía. El penúltimo día, después de acompañar a la nana junto con Mateo a la parada del autobús escolar, al regresar me llevé la sorpresa de que ya no estabas. Y mis dudas enojadas se apoderaron celosamente de mi inseguridad. Encolerizado, mi mente dio inicio a una serie de inventadas imágenes, en la que tú y él, se besaban con pasión, dispuestos a ...
    ... «culiar», siempre a mis espaldas.
    
    —Inicié a toda prisa, la persecución de tu automóvil por la avenida, sin conseguir ubicarlo entre todo aquel tráfico matutino. Lugares sospechosamente necesarios para su encuentro, varios. Pero desafortunadamente todos desconocidos para mí, salvo uno. ¡Su casa!
    
    —¡Pero Camilo, por Dios! ¿Cómo pudiste llegar a pensar eso?
    
    —Pasé por el frente de aquella vivienda que me traía pésimos recuerdos, dos o tres veces dando vueltas a la manzana, lentamente como lo había hecho él, días antes por nuestro conjunto residencial. Me fijé bien y no vi tu auto por ahí detenido, ni a salvo de los ladrones resguardado en su garaje.
    
    —Eso podría ser una señal de que yo estaba equivocado, y solo imaginaba cosas, sediento de venganza, pero vagando por el desierto de la desconfianza, y viéndote en los brazos de ese tipo, como si fuese un maldito espejismo, aunque las situaciones vistas en mi mente, no lo fueran. O, por el contrario, podría ser que tu arpía sagacidad, te hubiera indicado que lo mejor era dejarlo guardado, escondido en algún lugar cercano para evitar, –como lo hacía yo en ese momento– miradas indiscretas.
    
    —No lo sé, no me lo pensé demasiado, di la vuelta y me detuve a dos calles de distancia de su casa, y aparqué la camioneta al costado diestro, enfrentada a la acera con numeración par, frente a la cafetería que ya había conocido a las malas, disfrazado de un estúpido dibujo animado, por si salías de allí con él en su auto, o el conduciendo el ...
«12...101112...18»