1. Marcada


    Fecha: 22/02/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: Esautomatix, Fuente: CuentoRelatos

    ... excitado, y traviesa, mirándole a los ojos, dejó deslizar la mano sobre el bóxer ajustado. Ella traía un culotte cachetero lleno de transparencias, que le quedaba perfecto. Repitiendo el movimiento, él la acarició entre las piernas para descubrir, con una sonrisa, que ya estaba empapada.
    
    - Zorra cachonda - le susurró.
    
    - Siii - es lo único que acertó a decir ella. Para empezar a besarle de nuevo, con más intensidad aún. Las bocas abiertas, las lenguas enganchadas, mordiéndose las bocas.
    
    Pero no venían sólo a eso. La empujó un poco hacia atrás y sacó las cuerdas preparadas de un cajón. Ella se dejó hacer, mientras él le ataba las manos a la espalda, y la sujetaba a un mueble. Cuando la tuvo atada, dio un paso atrás, observando. Ella estaba expectante. Con mirada morbosa, le enseñó la vara y ella abrió la boca, sorprendida. Preguntándose qué iba a pasar, pero sin cuestionar nada.
    
    Pero todavía no... él volvió a arremeter contra ella con besos rápidos, furiosos. Tirándole del cabello, mordiéndole la boca otra vez, la barbilla. Apretando las tetas abundantes, pellizcando los pezones. La respiración intensa, ella casi casi empezando a gemir. Y entonces le dio rápido, sin avisar, en una de las nalgas.
    
    - ¡Zas!
    
    Un pequeño grito, el ceño fruncido, en el caso de ella. Pero una sonrisa amplia en la cara de él, observando la marca que le había quedado. Se acercó de nuevo, amenazando repetir con la fusta. Pero simplemente desabrochó el top, que dejó caer suavemente al ...
    ... suelo. Y cuando ella contenía la respiración, al sentirse expuesta, le volvió a dar. Ahora en la otra nalga.
    
    - Zas
    
    Otro grito, y una pequeña carcajada. Le acercó la fusta a los pezones, y empezó a darle pequeños toques. Ella miraba con la boca abierta, no le disgustaba. Y de vez en cuando, un golpe un poco más fuerte. La piel blanca, normalmente oculta del sol, empezó a ponerse colorada. Se acercó otra vez, y empezó a darle besos suaves allí donde le había azotado. En las zonas rojas, en los pezones, siguiendo el ritmo de algunos suspiros que a ella se le escapaban. No sólo no le disgustaba, le estaba gustando. Se estaba excitando.
    
    Él abrió otro cajón, y sacó más artículos, más juguetes. Unas pinzas, un pañuelo oscuro. Le puso con suavidad una pinza sobre uno de los pezones, que ya estaban duros, hinchados. Le pareció doloroso un par de segundos, pero después empezó a gustarle la sensación. Esa presión, ese calor en una zona tan sensible. Y justo cuando empezaba a sonreír...
    
    - Zas - un golpe seco, de nuevo en las nalgas. Esta vez más fuerte, y ella se retorció un poco.
    
    Pero inmediatamente el pañuelo le tapó la visión, proporcionando un elemento de sorpresa. Él se situó a su lado para besarle suavemente en el cuello. Suavemente, pero cada vez más intenso, con besos amplios, húmedos. Mientras, le colocó la otra pinza y ella contuvo otra vez la respiración tres segundos, hasta habituarse al dolor. Y cuando ya se relajaba, otra vez, el pinchazo del golpe sobre su ...