Extraño matrimonio - Relatos Eróticos

Extraño matrimonio

... extraño por su marido. La verdad es que la situación tenía su morbo. Follarme a una mujer apetecible delante del marido y además que este me pagara por hacerlo.

Me pidió que esperara donde estábamos y al poco volvió con su mujer. Me dijeron que ella estaba de acuerdo con la propuesta del marido y que habían dado la tarde labre al personal de servicio para que el asunto fuera lo más discreto posible. Me encogí de hombros y pregunté a cuanto ascendería la propina. Cuando escuché que trescientos euros, la pregunta fue que cuando empezábamos.

La entrar en la casa me dio aprensión ver tantos cuadros sobre temas religiosos, pero al entrar en el dormitorio me quedé sobrecogido. Un crucifijo ocupaba prácticamente toda la cabecera de la cama y el Cristo de un tamaño descomunal. Lo primero que se me pasó por la cabeza fue que no pretenderían que me follara a la señora a los pies de semejante estatua mirando precisamente hacia la cama. Pero me callé. No fuera a ser que se arrepintieran y pensé que un mirón añadía morbo.

Les dije que necesitaba darme una ducha rápida porque llevaba todo el día trabajando y no era cuestión de meterme en la cama con la señora en esas condiciones. Di por sentado que la susodicha se habría duchado para la ocasión. Me indicaron donde estaba el baño que podía utilizar y me ofrecieron una toalla limpia. Cinco minutos después estaba de nuevo en el dormitorio con la toalla anudada a la cintura.

Me acerqué a la señora por detrás y la abracé por la ...

... cintura pegando mi entrepierna a su culo y levanté las manos hasta ponerlas sobre sus pechos y sopesárselos. Con el marido frente a ella mirando, empecé a desabrocharle la camisa y a la mitad volví a cogerla los pechos y deslicé el sujetador hacia arriba liberándoselos. Tenía los pezones erectos y los pechos duros, señal de que no era inmune a mis toqueteos.

La pasé la lengua por el cuello y la chupé el lóbulo de la oreja sin que hiciera ademan alguno de retirarse. Al contrario, echó la cabeza hacia el lado opuesto para darme total acceso. Esto me convenció de que estaba entregada a mis estímulos y decidí ver hasta donde estaban dispuestos a llegar, tanto ella como el marido.

Desabroché el botón de la falda y la bajé la cremallera dejando caer la falda al suelo. La puse una mano en el pubis y al intentar retirarse por acto reflejo, se pegó más a mi sexo que ya empezaba a erguirse. Pasé la palma hacia arriba y hacia abajo y gimió débilmente lo que me animó a provocarla un primer orgasmo cuanto antes para romper el hielo.

Busqué la parte superior de las bragas para meter la mano dentro y me extrañó que le llegaran hasta el ombligo. Eran unas bragas de las que llaman de “cuello vuelto” debido al tamaño. Entonces decidí atacar por los muslos porque iba a ser más fácil llegar a la abertura vaginal.

El marido no perdía detalle de mis evoluciones sobre el cuerpo de su esposa y las sensaciones que esta manifestada. No decía nada, tan solo miraba las partes donde yo la tocaba ...