La pediatra, parte 1
Fecha: 10/03/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Incesto
Autor: carlvic34567, Fuente: SexoSinTabues30
... ocho-, reflexionó en voz alta. «Mmm… ya que últimamente te fue bastante bien con la talla ocho, ¿por qué no probamos la nueve esta vez?
-Mami…- Tomás todavía respiraba con dificultad por su sesión anterior, pero no se quejó cuando su madre tomó una caja del estante al lado del dispositivo y escogió otro juguete sexual de látex firme. Era fácilmente del tamaño del pene erecto de un hombre robusto, aunque su forma más bien recordaba a una nave espacial de ciencia-ficción…. una nave sorprendentemente cachonda.
Con un movimiento rápido, quitó el viejo dildo del asiento mecánico y colocó el nuevo. Este no era de ninguna manera un consolador común y corriente. A lo largo de su eje tenía dos anillos de tiras de goma giratorias, cada una tachonada con una doble hilera de pequeñas púas, romas, por supuesto, para no causar ningún daño, pero lo suficientemente puntiagudas para dar una sensación duradera.
Con una sonrisa descarada para su hijo, Alicia dio unas palmaditas en el asiento.
-¿Bien? ¡Sube!
Tomás le dirigió una mirada angustiada, pero aun así se subió a la máquina sin quejarse. Dobló las piernas y dejó su suave y desnudo trasero a centímetros de la punta del juguete de goma. Entonces, miró a su madre con expresión interrogativa. Ella puso los ojos en blanco.
-Oh, ¿qué pasa ahora? ¡Oh!- Sus ojos se dirigieron hacia el dispensador en el estante junto a ella. En sus mejillas se formaron hoyuelos cuando sonrió. -¡Oh, tonto! ¿Lo olvidaste? Hoy es sábado. Ya ...
... conoces la regla: ¡no hay lubricante los sábados!
Los ojos de Tomás se agrandaron.
-Pero…- Su madre le acarició la barbilla.
-Sí, dejar de usar lubricante al probar una nueva talla por primera vez puede ser un poco difícil-. Lo consoló ella, en tono comprensivo. -¡Pero no importa! ¡Aquí vamos!- Luego puso sus manos sobre sus hombros y le dio un empujón decisivo.
Tomás soltó un pequeño grito agudo cuando la goma seca entró en su recto. El primer empujón sólo llevó el consolador hasta un poco por encima del segundo anillo de púas, por lo que su madre tuvo que empujar hacia abajo nuevamente, colocando todo su peso, hasta que finalmente el trasero de Tomás descansó sobre la suave silla de látex. Para entonces, la respiración entrecortada del pequeño se había vuelto ruidosa por el cansancio. Con indiferencia, Alicia agarró sus tobillos y los encadenó a las correas de cuero a ambos lados del asiento para que no pudiera levantarse con las piernas para quitar su peso del pene de plástico que hurgaba en su recto. Luego agarró dos grilletes más del estante y se los sujetó a sus muñecas. Estos eran sus favoritos: pequeños anillos de acero los conectaban a dos pinzas de cocodrilo.
-Para asegurarme de que sigues siendo un buen chico mientras mamá está fuera-, dijo ella, antes de agarrar uno de sus pequeños pezones con el pulgar y el índice y colocar firmemente la pinza del brazo opuesto sobre el sensible pezón. Haciendo caso omiso de los gemidos de Tomás, Alicia continuó con el ...