1. Lujuria en la reunión familiar (3)


    Fecha: 17/03/2025, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... apretaban entre sí, haciendo que la profunda raya fuera increíblemente delgada. En la posición en la que estaba era imposible ver el ano.
    
    A pesar de que mi cabeza daba vueltas, a pesar de que tenía a mis dos primos pajeándose a unos centímetros de mí, cosa que debía ser suficiente para desincentivar cualquier resurgir de la lujuria, ahí estaba mi verga dura formando un bulto en mi calzoncillo.
    
    Recordé que, de más chicos, habíamos hecho en alguna ocasión una paja colectiva. Esas cosas raras que tenemos los hombres. Pero la presencia de Rosina llevaba eso a un nuevo nivel.
    
    —¿Estás segura de que no querés probarla, prima? —preguntó Juanjo.
    
    —No. Solo quiero ver —dijo ella—. Y cuidado cuando acaban. No vayan a ensuciar nada del cuarto.
    
    Entones hizo algo que terminó por volverme loco. Se mojó los dedos de su mano derecha con su propia saliva, y luego la llevó a su entrepierna, para masturbarse también ella.
    
    Cualquier escrúpulo que hubiera tenido hasta el momento, se esfumó por completo en ese instante. Llevé mi mano a mi verga, y empecé a masturbarme. Era una locura. Los cuatro ocupábamos las mismas posiciones que cuando jugábamos a las cartas, formando una cruz encima de la cama. Pero ahora teníamos las manos húmedas en nuestros sexos calientes.
    
    Matías me entregó papel. Tuvo que golpearme el brazo para hacerlo porque estaba demasiado concentrado en el perfecto orto de mi prima, en sus movimientos ondulantes y en sus gemidos.
    
    Era raro, porque solo me valía ...
    ... de mi mano y del sentido de la vista, pero aún así se sentía tan intenso como el sexo convencional. Escuché gruñir a Juanjo, para luego largar los gemidos de la eyaculación. Después le siguió Matías, quien fue duramente reprendido por su hermano mayor, pues un chorro de semen salió disparado, ensuciando el cubrecama de Rosina. Incluso un poco cayó en su pierna.
    
    Ella, sin embargo, se limitó a poner los ojos en lanco para luego seguir con lo suyo. Entonces me di cuenta de algo. Rosina había sido muy clara con sus palabras. Demasiado clara. Había dicho que podíamos masturbarnos, pero sin tocarla, y también había dicho que no quería que ensuciáramos nada del cuarto.
    
    Entonces me arrimé a ella, jadeante. Mi prima pareció adivinar mis intenciones, pero no hizo ni dijo nada, por lo que comprendí que me estaba dando el visto bueno. Matías me miraba con los ojos saltones y Juanjo le comentaba algo así como que qué boludos que habían sido, que por qué no lo habían hecho ellos también.
    
    Pero estaba seguro de que disfrutarían de lo que vendría. No obstante Rosina me sorprendió nuevamente, llegando al clímax antes que yo. Sus movimientos ondulantes se hicieron más intensos, su trasero se levantaba cuando el torso se hundía en el colchón y luego hacía el movimiento inverso. Su gemido fue más intenso que el de los chicos. Nuestras habitaciones estaban todas juntas y un poco separadas de la de los vejestorios, pero igual temí a que la escucharan.
    
    Quedó agitada, con la cara hundida ...
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