GINA: LA HISTORIA Primera parte - Relatos Eróticos

GINA: LA HISTORIA Primera parte

... me comiera a pedazos, pero que no dejara de cogerme.

Tomando impulso, me levantó hasta casi sacarme completamente la verga, y jalándome fuertemente me la clavó hasta el fondo, sentía sus huevos casi metidos también, y su verga lanzando chorros y chorros de calientes mecos, que ayudaban a calmar el dolor y ardor de las profundidades de mi culo. Desfallecido, Joaquín se quedó acostado con los brazos y las piernas abiertas. Yo tenía miedo de moverme pues sentía que si me retiraba de ese poste donde aun estaba estacada, algo se me desprendería. La verga de Joaquín, aun flácida, la tenía incrustada.

Por fin, me atreví a levantarme con mucho cuidado. Conforme iba levantándome, apretaba poco a poco el culo. Ya que sentí que solo faltaba el glande de salir, apreté más y me desprendí rápidamente. Corrí al baño y dejé escapar todo lo que Joaquín me depositó y removió de las profundidades de mis intestinos. Me aseé un poco y regresé con una palangana con agua tibia para lavar a Joaquín.

Ese fin de semana que pasé en la casa de Joaquín, hizo que se definiera bien a bien mi preferencia sexual. Sería una mujer, una puta para siempre. Vivía prácticamente con él, pues ni sus padres ni los míos se preocupaban demasiado por nosotros. Con el pretexto de hacer tareas y la investigación y estudio de la electrónica, pasábamos la mayor parte del tiempo en un concubinato en el que yo me vestía de mujercita en cuanto llegábamos de la escuela. Demás está decir que cogíamos como locos, ...

... llegando a hacerlo hasta quince veces en el día los fines de semana, pues no nos levantábamos de la cama más que para cumplir las más básicas necesidades fisiológicas.

Este amasiato, duró aproximadamente dos años. Solo mi madre percibió un cambio en mí, pues me había amanerado bastante y tomaba actitudes francamente femeninas. Llegó a verme con las uñas pintadas y maquillada (esto lo hacía durante las vacaciones), pero como dije al principio, mi mami siempre quiso una mujercita de hija, así que se hacía la disimulada, solo comentándome una vez que se me había corrido el "rimmel" de los ojos. Yo creo que también se dio cuenta de mi amasiato, pues me preguntó que si Joaquín vivía en el cuartito de la azotea. Yo de plano le dije que si, que porque sus papas estaban de viaje. ¿Pero no hacen nada malo, verdad?, me preguntó. No mamá, solo hacemos cosas buenas; le contesté cínicamente. Ella comprendió y se sonrió haciéndose cómplice de mi aventura.

Cuando terminamos la escuela, Joaquín tuvo que irse con su familia a otro estado, por más que les rogó a sus padres que lo dejaron quedarse. Pero fue imposible y nos tuvimos que despedir hechos un mar de lágrimas. Yo sentía que mi vida ya no iba a tener sentido, pues giraba completamente alrededor de Joaquín. ¡Dos años de ser su mujer! Habían dejado una huella muy profunda en mí. Esas noches interminables de amor y sexo iban a ser imposibles de olvidar. Pero como todo en esta vida tiene que seguir su curso, pues me conformé sin olvidar a ...