Historias de madame Lili (capítulo 3º)
Fecha: 26/03/2018,
Categorías:
Hetero
Sexo con Maduras
Autor: Alex B.C, Fuente: CuentoRelatos
En el capítulo anterior Lili, después de estar varios días durmiendo en el parque, conoció a Mr. Adams, un señor amable y con un trato muy familiar, le ofreció su casa y ella aceptó, Lili se fue acostumbrando a su nuevo barrio, cosa que sabía hacer muy bien, sobre todo con Oscar el panadero, un chico muy apuesto, que fue conociendo poco a poco, hasta conocerlo muy profundamente, después de aquella noche él quiso algo más, cosa que a Lili no le hizo mucha gracias, ya que ella solo tuvo con él una aventura sexual, después de aquello se cruzó en su camino Ernesto, Doctor de Mr. Adams, ese hombre a ella le agradó mucho… HISTORIAS DE MADAME LILI Capítulo 3º Aquel día, conocí a Ernesto, era mayor que yo veintitantos años pero ¡estaba de muy buen ver!! Era un hombre con apariencia seria, con su bata blanca sentado detrás de aquella mesa mirándome a los ojos, hablándome muy tranquilo, era un médico muy interesante, me preguntó qué es lo que me ocurría, yo, sentada con las piernas cruzadas mirándole con picardía, le contesté que me sentía muy cansada que no podía dormir tenía pesadillas, estaba muy estresada, me recetó unas pastillas para tranquilizar mi estrés y me citó para el mes siguiente. Llegó el día de ir al médico, yo me preparé, me puse un vestido negro pegado al cuerpo, con un escote que podía apreciarse el canal de mis pechos, entré en la consulta y estaba Ernesto, tan serio, tan interesante, le dije que no me habían hecho efecto las pastillas, cosa que no era cierta, así ...
... que Ernesto decidió hacerme unas pruebas psicológicas, me dijo que me echara en su diván para descansar un poco y así relajarme, entré en el despacho de Ernesto y me tumbé en el diván que por cierto era muy cómodo, él salió un momento para buscar un amigo psicólogo para que me ayudara en mi problema, me quedé sola en su despacho. Mi curiosidad no me dejaba estar tumbada, no me podía quedar por supuesto sin mirar las cosas de Ernesto, comencé a dar vueltas por el despacho mirándolo todo, en el perchero estaba la bata de Ernesto, la cogí y la olí, ¡uhmm! ¡Tenía un olor! Tenía el olor penetrado en la tela, olía a Ernesto, ese perfume tan masculino, cogí la bata y me la llevé conmigo al diván y me tumbé, la bata me la puse encima, comencé a acariciar la bata casi sin darme cuenta, me estaba excitando el olor que desprendía esa bata. Quería que su dueño estuviera dentro de ella, comencé a tocarme los pechos con la bata paseando la manga de un pecho a otro, subiéndome el vestido para introducir la bata entre mis muslos apretando mis muslos con fuerza imaginando que era el miembro de Ernesto, me mojaba los labios imaginando que ese hombre mordisqueaba mis labios, me quité las braguitas y el vestido, me quedé desnuda, me dijo Ernesto que tardaría un poco, así que aproveche esos instantes para seguir con mi fantasía erótica paseando la bata por todo mi cuerpo tocándome el clítoris con mis dedos, los pezones comenzaron a experimentar la excitación que estaba produciendo en mi cuerpo. ...