El dulce sexo de mi suegra
Fecha: 07/04/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos
Si llevas toda la vida deseando algo con todas tus fuerzas y llega un momento en que se pone a tu alcance, ¿está justificado utilizar cualquier medio para conseguirlo? Puede que una gran mayoría piense que no, pero justo a esos les diría que no tienen ni idea de lo que significó esa mujer para mí desde que la conocí siendo solo un chaval.
El verano más feliz de mi vida fue ese en que abrieron una tienda de dulces en nuestro aburrido barrio. Mis amigos y yo teníamos edad suficiente para estar pensando más en conseguir tabaco de madera ilegal que en caramelos, pero lo que nos estimulaba de ese nuevo negocio era mucho más que los subidones de azúcar.
Acostumbrados a las chicas de nuestra clase, la mujer que dirigía ese negocio nos parecía directamente de otro mundo. Era alta, rubia y combatía el calor que todos padecíamos con unos escotes que nos hacían babear. De repente, todos nos volvimos adictos a los dulces, entrábamos a comprarlos a todas horas solo para poder verla.
El problema era que con ella de adelante ninguno de nosotros se atrevía a hacer gala de esa chulería por la que nos conocían en el instituto. Nada más entrar en la tienda enmudecíamos, éramos como corderitos delante de esa diosa. Cuando se nos acababa el dinero ya solo me quedaba volver a casa y encerrarme en el cuarto de baño para pajearme con su imagen en mi memoria.
A diario fantaseábamos con atrevernos a darle conversación y nos picábamos entre nosotros para ver quién era el valiente que lo ...
... hacía. Algo me decía en mi interior que debía ser yo, que tenía que comprobar si tenía con ella el mismo éxito que con las de mi edad, aunque no me creyera en absoluto que aquello pudiese suceder.
Si algo tenía claro era que no lo podía intentar delante de mis amigos, que ni en sueños les daría la oportunidad de poder reírse de mí de por vida si aquello no salía bien. Así que una tarde me puse mi mejor camisa veraniega, medio bote de gomina en el pelo y me fui directo a la tienda, dispuesto a impresionar a esa mujer con mi labia.
- ¿Hoy vienes solito?
- Sí, señora, me gusta tener tiempo para mí mismo.
- Eso suena interesante, pero no vuelvas a llamarme señora en tu vida.
- No tendría que hacerlo si me dijeras tu nombre.
- Me llamo Ruperta.
- Qué original.
- Y tú eres...
- Patrick, para servirte en todo lo que necesites o desees.
- ¿En serio?
- Por supuesto, pide cualquier cosa y yo te la concederé.
- ¿Qué edad tienes?
- Dieciséis años y medio, pero todos dicen que soy muy maduro para mi edad.
- Supongo que estudias en el instituto de al lado del ayuntamiento.
- Así es.
- Entonces ya sé qué es lo primero que te voy a pedir.
- Soy todo oídos.
- Desde septiembre mi hija y tú seréis compañeros de clase, más vale que la cuides.
- Sois nuevas en el barrio, ¿no?
- Sí, apenas llevamos aquí un mes.
- ¿Y el padre de la criatura?
- Espero que criando malvas.
- Puedes estar tranquila, yo la voy a proteger.
- Te lo ...