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La mansión de don Pedro
Fecha: 14/04/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: amokhan, Fuente: CuentoRelatos
... disciplinadas con el flagelo por el amo. Dando gracias por ser educadas debidamente y flageladas de arriba a abajo, con más o menos dureza según el humor de ese momento, permaneceriamos casi desmayadas y suspendidas de la gruesa rama del castaño hasta que d. Pedro lo estimara. Ya habíamos probado la disciplina y nos había quedado muy claro. D. Pedro se sienta cómodamente en su sillón y va recibiendo la cena. Es frugal, algo de carne, verdura y fruta. Para beber, agua. Mi amo sólo bebé whisky si está negociando y muy someramente. Katia se inclina ante él mientras come, se introduce con su cabeza entre sus piernas y le lame los huevos con las manos en la espalda y de rodillas durante toda la cena. Es su tarea cuando el amo se alimenta. Debe mantener su polla bien dura y empinada por si le apetece usarnos. Generalmente no lo hace (ya está bien satisfecho con las esclavas que entrena). Katia recibe una seca bofetada que la tira al suelo. Rápidamente se levanta y lame con rapidez los huevos sin la menor queja. Su mejilla se enciende y se le saltan las lágrimas. Su amo le señala el árbol y advierte: ponle ganas. Katia responde un "sí señor" alto y claro y acelera su lengua y chupa sus huevos. D. Pedro termina. Ambas recogemos rápido y apartamos las sobras para nuestros cuencos. Enseguida aparecemos delante del Amo para comerlas y beber el agua que nuestro Amo quiera darnos en el otro cuenco que llevamos. De rodillas. Sin usar las manos, delante de él , cenamos y 10 ...
... minutos después recogemos y nos vamos a la cocina donde lavamos y limpiamos para dejarla recogida. Son las 10 de la noche cuando terminamos. Acudimos rápidamente a su presencia y nos colocamos erguidas y firmes. De pie. Esperando órdenes. D. Pedro descansa un poco y luego se levanta. Katia a dormir, Alina, sígueme con la bolsa de entrenamiento. Katia se marcha con un "sí señor" y yo tomo la pesada bolsa con la herramientas de entrenamiento y me la coloco al hombro. Se levanta y se dirige hacia la caseta de enfrente. A cierta distancia y solitaria. Trago saliva. La caseta sirve para recepcionar a las aspirantes de esclavas. Aún la recuerdo con angustia porque fue el primer lugar donde nuestro amo comenzó a educarnos. La bolsa es pesada. Se me clava en los hombros. No digo nada. Aguanto y al llegar la gruesa puerta es abierta y entramos. Me flaquean las piernas. Una mujer madura, de unos 40 años está desnuda boca arriba en el centro. Abierta completamente de brazos y piernas en el frío suelo. No hay cadenas, ni cuerdas. Pero no se mueve. (No lo hará porque ha sido azotada, pinzada y follada salvajemente por mi amo durante varias horas bien atada a un potro que está en el fondo del habitáculo). Pienso en mi cuerpo de 18 años, estirado hasta la inmovilización completa y manoseado, azotado y usado sin piedad y sin poder evitarlo mientras la voz de d. Pedro me explicaba las "normas de la casa" y me dejaba bien claro quién mandaba. La mujer llora en silencio y ...