El nuevo maestro del pueblo (5)
Fecha: 16/04/2025,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Alfonso, Fuente: TodoRelatos
... salón donde había un espacio despejado.
Puse mis manos en su cintura y ella las suyas en mi cuello. Comenzamos a dar pasos lentos y al momento se pegó a mi cuerpo como si una fuerza invisible la trajera contra mí. Sentí su mejilla contra la mía, sus tetas contra mi pecho, y su pelvis contra mi regazo, y nos fundimos como un solo cuerpo.
A cada paso notaba cómo su pierna se metía entre las mías provocando un suave y delicioso roce que comenzó a activar mi miembro dormido. Su aliento cálido llenaba mi oreja como una suave brisa de verano, y al minuto tenía la polla totalmente erecta intentando reventar el pantalón.
-No se te da mal. – Susurró a mi oído rozándome el lóbulo de la oreja con los labios.
- Es que lo haces muy fácil, Virtu.
- Me encanta bailar así. – volvió a rozarme el lóbulo – Y si es con un chico guapo como tú, más!
- Pues a mí también me encanta estar pegado a una chica como tú. – me atreví a decirle sintiendo como a cada paso metía más su pierna entre las mías.
No sé si fue mi respuesta, o quizás que la excitación ya comenzaba a hacerla efecto, pero empezó a chupar y a mordisquear el lóbulo de mi oreja poniéndome más a tono.
-Te gusto… un poquito? – me preguntó con cierto temor en la voz.
- Más que un poquito. – contesté con la mente ya en “modo follar”.
Me miró a los ojos con intensidad con sus labios casi rozando los míos.
-Lo suficiente para… besarme?
No contesté, tan solo acerqué mis labios hasta rozar los suyos y ...
... comenzamos un suave a cálido beso. Un beso que se fue haciendo más intenso, en el que las lenguas se encontraron, lamieron y chuparon despertando el deseo.
Ella se abrazó más a mi cuello, y yo bajé las manos y abracé con fuerza su culito, pero de forma delicada. Un culito redondo, alto y relleno de una deliciosa carne que disfruté con mis dedos largo tiempo mientras el beso se iba haciendo voraz.
Cuando separamos los labios sus ojos brillaban con intensidad.
-Ufff, que bien besas! – me susurró contra los labios sin dejar de apretarse contra mí – Creo que tendremos una agradable sobremesa.
Nos despegamos y sirvió una suculenta comida casera. La verdad es que disfruté de los dos platos, pero disfruté aún más del postre. Me dio la impresión de que no quiso llegar a la sobremesa dada la excitación que mostró durante la comida. Su entusiasmo fue aumentando según avanzaba en el relato de su vida. Si, digo de su vida porque eso es lo que hizo, contármela.
Se había casado con su marido cuando solo tenía dieciocho años. Había deseado un hijo que su marido no había podido darle, a pesar de haberlo intentado constantemente durante los primeros cinco años de matrimonio. El acto sexual para lograr la fecundación se convirtió en un hábito casi diario, algo que según ella su marido llegó a aborrecer. Por el contrario, ella que nunca había estado con otro hombre descubrió sensaciones en su cuerpo que no conocía, pero eso a la vez fue un castigo pues su marido se negó a practicar el ...