El largo regreso a Córdoba (Capítulo II)
Fecha: 23/05/2025,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: Oldieman, Fuente: TodoRelatos
... asuntos ajenos (su misión era lo más importante), no pudo evitar fijarse en ese rostro mezcla de resignación y rendición,
-Está bien, ella apaciguara mi frio, ¡Pero sólo si ella quiere!, ¡El dinero se lo daré a ella!-
El posadero la miró con aire de desconfianza, pero al final a regañadientes...
-¡Está bien! así sea...-
El posadero, visiblemente contrariado, se retiró para continuar con sus quehaceres.
-...Por favor... Tenga usted a bien sentarse junto a este cansado jinete...-
Suplicó el joven jinete con extremada elegancia.
-Lo que mi amo mande... ¡Que pa eso há pagado!-
Respondió Esperanza con un tono amargo.
-¡Por favor, señora... No me malinterprete! sólo busco algo de agradable compañía...-
Esperanza, visiblemente incómoda, se sentó junto al joven caballero.
- ¡Valla un individuo que vende a su propia esposa a cualquiera que llegue por una moneda!...- Comentó el joven lanzando al posadero una mirada recriminatoria que no fue advertida por este.
La pobre mujer no aguantó más y rompió a llorar.
En la diáspora de Rafael, había vivido todo tipo de situaciones, la maldad en toda su expresión. Pero si hay algo con lo que nunca pudo, fue con el llanto sincero de una mujer, y este lo era, y además con motivo, la pobre estaba casada con un monstruo usurero al que sólo le importaba el dinero.
-¡No se preocupe, mi señora, que no he de darle sofoco, puesto que el tiempo que ande usted conmigo sólo he de causarle alegría y dicha! ...
... -
-... Casada con un hombre como este, es imposible vivir un solo minuto de dicha... mi única suerte es haber nacido yerma para no tener que limpiar las miserias de su estirpe!-
Al acabar su comentario, volvió a su posición cabizbaja.
Esta frase dejó atónito a Rafael, puesto que demostraba dos cosas:
La primera que sabía hablar, y la segunda que dicha señora debía de tener un alto nivel cultural entre otras bondades, puesto que aunque anduviese por los 30, se podía apreciar que ostentaba un marcado halo de lozanía, tenía el pelo negro y largo, recogido por una trenza. Un pequeño y revoltoso mechón que jugueteaba con su frente.
Su rostro, visiblemente marcado por la tristeza
del lugar, atisbaba unas mejillas suaves y pálidas debido a la peremne oscuridad del lugar de trabajo.
A las mejillas le acompañaban unos enormes ojos verdes que en momentos más felices, de seguro que a donde apuntasen "enervarían de angustiosa pasión".
A una cara tan bonita como triste, sólo le podía acompañar una silueta esbelta y fuerte.
Sólo sus manos que antaño pudieran ser suaves y delicadas, ahora estaban callosas y llenas de heridas.
También pudo apreciar por cuando el posadero elevó su vestido, unas nalgas firmes y bonitas por el continuo trabajo.
Lo único repugnante era la sonrisa del posadero mostrando "el tesoro de su tesoro".
Aquella persona cabizbaja y anulada moralmente, además de todo eso, había demostrado algo importantísimo para Rafael, "el saber estar". Sólo ...