1. El largo regreso a Córdoba (Capítulo II)


    Fecha: 23/05/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: Oldieman, Fuente: TodoRelatos

    ... hablaba cuando lo veía conveniente.
    
    ¡No cabía duda, esa era una señora!
    
    -Mi querida señora, tenga usted a bien aceptar un pequeño consejo de su humilde servidor.-
    
    La mujer, extrañada por el fondo y la forma, levantó su mirada hasta alcanzar la del joven.
    
    -Usted dirá, que es el que manda...-
    
    Rafael, algo contrariado por la nueva puya, no pudo por menos que sonreír y continuar.
    
    -Una mirada tan bonita como la suya, no debería apuntar continuamente al suelo, puesto que la belleza del hombre no está en sus pisadas, sino por encima de sus nucas...-
    
    La señora, captó el consejo y esbozó una leve sonrisa, en ese momento, Rafael notó como toda la posada se iluminaba.
    
    Por ese instante entendió todo el mal que el posadero había causado a esperanza.
    
    -¡¡Posadero!!- Le lanzó un furioso grito que se oyó hasta en los establos.
    
    Al oír el grito, esperanza se asustó mucho, quizás pensó que hizo mal en sonreír.
    
    -...su excelencia manda en este pobre diablo...-
    
    -escúchame bien, ¿Cuál es tu nombre?-
    
    -Martín fuentes, mi señor...-
    
    -Escúchame bien, Martín. Te voy a hacer una oferta que te interesará sobremanera.-
    
    La pobre mujer, escuchaba expectante y temerosa las palabras del joven hidalgo.
    
    -Como ya acordamos en su momento, a tu mujer le regalaré una moneda de oro por cada noche que pase conmigo, ¡"moneda" que le regalaré sólo a ella!-
    
    En ese momento, el posadero volvió a mirar a su esposa.
    
    - la segunda parte del trato llega ahora: Por cada día ...
    ... que tu mujer pase conmigo, te daré otra moneda de oro, pero ésta será para ti.-
    
    Al avaro posadero se le perdió la mirada en el horizonte, contando el dinero que podía conseguir con este negocio.
    
    -Una moneda de oro por el día para mí, y otra moneda de oro por la noche... Que también será para mí. ¡Dos monedas de oro al día!... si consigo que pase aquí al menos un par de semanas, seré rico!-
    
    Pensó el avaricioso Martín, que agarrando fuertemente del brazo de su mujer, tiró de ella y le habló al oído:
    
    -¡Escucha perra vieja!... quiero que hagas cuanto esté en tu mano para que este gallo no salga del gallinero,
    
    ¿Entiendes?-
    
    La mujer, que no paraba de mirar hacia abajo, tiró de su brazo con intención de recuperarlo, volvió a sentarse, esta vez más pegada al joven.
    
    - ¡Acepto el trato, señor!-
    
    -Escucha bien, Martín. El trato tiene varias clausulas...-
    
    -Usted manda…-
    
    -La primera, al estar ella todo el tiempo conmigo, no podrá realizar sus faenas diarias, de modo que las tendrás que hacer tú.-
    
    Al oír esto, los grandes ojos de Esperanza, se llenaron de sorpresa y una pequeña mueca burlona se escapó de su silenciosa boca.
    
    El posadero, que no había contado con este inconveniente, permaneció por un instante dubitativo.
    
    -¡¡No tengo todo el tiempo, posadero!! Decide ahora.-
    
    El hombre por un momento, pensó que podría hacerlo el solo y movió la cabeza afirmativamente.
    
    -La segunda condición es esta:
    
    Mientras esté conmigo, no volverás a mandarla. ...