1. El collar de mi sumisa (parte III)


    Fecha: 04/07/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: Montes Federico, Fuente: CuentoRelatos

    Desde ese día, el collar marcaba nuestra relación. Había días en que no se lo ponía. Teníamos sexo, pero no era lo mismo. Lo disfrutábamos igual, pero no era la hembra caliente y hambrienta de sexo que cuando tenía el collar. Jamás cuestioné su derecho a elegir ponérselo o no. Me daba muchos días de sumisa como para quejarme y creo que a ella le permitía saber y reafirmar que era un juego.
    
    Y cuando aceptaba ser mi sumisa, se entregaba entera. Me aceptaba todos los juegos, látigos, juguetes anales, vaginales, broches para los pezones, todo. Se abría al placer sin retaceos. Yo iba tirando delicadamente de sus límites para que se asuma totalmente como hembra. Un día, teniendo sexo anal con ella arriba mío, le dije
    
    - “¿Te gusta tener mi pija dentro de tu cola?.
    
    - “Si papi, ya lo sabes”
    
    - “Decímelo”
    
    - “¿Qué querés que te diga?
    
    - “Que te gusta tener mi pija en tu culito”
    
    - “Me gusta papi”.
    
    - “No, decilo todo”.
    
    - “Me gusta tener tu pija en mi culito”, dijo entre susurros y avergonzada.
    
    - “Repetilo fuerte”. Le dije y me obedeció
    
    - “¿Sos tan putita que te gusta que te hagan el orto?”
    
    - “ Si papi”
    
    - “Decímelo, todo”
    
    - “Soy tan putita de mi dueño, que me gusta tener su pija en mi cola. ¿Así te gusta?
    
    - “Si, así me gusta. Que te asumas como mi putita, sin pudor. ¿Te gusta hacerlo”
    
    - “Si, te juro que si. Pero me cuesta. Es como si estuviera trasgrediendo lo permitido”
    
    - “Pero ahora, me estás mirando mientras te estoy cogiendo la colita. ...
    ... Y no se te nota molesta ni descontenta”
    
    - “Ya lo sé. Pero me cuesta. Jugar de esta manera me permite hacerlo más fácil”
    
    - “Y los chirlos te ayudan”
    
    - “Si, me ayudan a soltarme”.
    
    - “Entonces ponete de espaldas a mi y mientras te hago la cola te doy chirlitos”
    
    - “Ay, ay, ay, ¿quién me manda a hablar”, dijo, pero cumplió sin demora mi orden y hasta acomodó la cola para que le pueda pegar en las nalgas.
    
    Y así, de a poco, se fue soltando, fue disfrutando del sexo, mientras nuestra vida en pareja trascurría cada vez más gratamente. Nadie de los que nos conocía hubiera podido sospechar que esa pareja de tan buen trato mutuo, de tanto cariño demostrado en público, al llegar a la intimidad se transformaran en un amo y una sumisa.
    
    - “¿Qué fantasía tenés ganas de realizar? O con la que fantaseas, pero no te animás”.
    
    - “Vos me cumpliste varias, tengo que reconocer. Ser la putita de alguien, los chirlos en la cola, que me ates, todo era parte de una fantasía que no pensaba realizar jamás”
    
    - “Bien, me alegro. Pero ¿cuál te falta concretar?
    
    - “No sé, es una fantasía, pero no sé si quiero llevarla a la realidad”
    
    - “¿Cuál es putita?
    
    - “Un trío. Dos hombres conmigo. Pero no que me penetren los dos. Eso no. Por ejemplo estar con vos y que otro hombre, que me guste, mire y, a lo sumo, me acaricie”
    
    - “¿Y por qué no querés llevarlo a la realidad?”
    
    - “¡¡No!!”, dijo con cara de susto, “puedo ser putita para vos, pero no podría para nadie más. Me moriría de ...
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