1. El collar de mi sumisa (parte III)


    Fecha: 04/07/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Autor: Montes Federico, Fuente: CuentoRelatos

    ... vergüenza”.
    
    - “Y si te tapás la cara y nadie sabe quién sos. Es más, nos tapamos los dos”
    
    - “¿Y cómo se podría hacer?
    
    Esa pregunta ya había abierto el camino. Implicaba el deseo de hacerlo, pero sin saber como.
    
    - “Yo me encargo. Tengo un amigo swinger y puedo lograr que lo arregle. Nadie sabría nuestras identidades y las reglas las establecemos con claridad antes de hacerlo”
    
    - “No sé, me da miedo”
    
    - “De qué? Sólo vas a coger conmigo y el otro va a mirar, a lo sumo masturbarse y, como mucho, acariciarte hasta donde vos permitas y quieras”.
    
    - “No sé si me animo”
    
    - “No te vas a animar, me vas a obedecer. Vas a ir con el collar y vas a seguir mis órdenes. Y yo me encargo de cuidar a mi putita y que todo le sea placentero. ¿o no lo hago siempre?
    
    - “Si, siempre. Pero no sé si me animo”
    
    - “Vos vas ir donde te diga y vas a hacer lo que te diga. Y si algo no te gusta, ya sabes = chocolate”
    
    - “¿Estás seguro?”
    
    - “Totalmente”
    
    Esa tarde, llamé a Nestor y le conté la situación, la fantasía, los detalles, las exigencias. Me dijo que iba a averiguar. Dos semanas después, me dijo que tenía un “voyeur” que estaba encantado con la propuesta, joven, elegante, buen físico. Lo único que pedía era usar máscara él también. Arreglamos las formas, el lugar, el día y la hora.
    
    Le dije a Julia que íbamos a cenar en un lugar exclusivo y sofisticado, pero era necesario que vaya con el collar puesto. No sé si se imaginó algo, pero no preguntó. Cuando llegamos a la ...
    ... casona, nos dieron una máscara a cada uno y nos guiaron a una habitación con una mesa. Cuando terminamos de comer, la llevé al sofá y empecé a besarla y acariciarla, mientras la iba desnudando. Cuando solo le quedaba la tanguita, golpearon a la puerta. Abrí y dejé entrar al muchacho mientras Julia lo miraba con asombro y bastante temor.
    
    - “Te presento a Perseo”, le dije y dirigiéndome a él, le presenté a Venus (Julia) y a Zeus (yo). “Tenés que obedecer a Venus”, le aclaré. “Esta es su fantasía”
    
    Volví al sofá y seguí acariciándola, pero estaba tensa.
    
    - “Putita, esto es para vos, todo para vos. Ahora, arrodillate frente a mi y dame una buena mamada para que Perseo te vea”
    
    Se bajó y empezó a mamarla, pero no se soltaba. La levanté de un brazo, la hice reclinar sobre el sofá y empecé a darle chirlos.
    
    - “No levantés la cabeza”, le ordené, mientras seguía con los chirlos y los intercalaba con masajes y lamidas en su culo y su vagina.
    
    - “¿Qué sos vos?
    
    - “Tu putita”, dijo bajito
    
    - “No te escucho”, le dije mientras le daba un chirlo
    
    - “Tu putita”, dijo más fuerte.
    
    - “Perseo no te escucha”, le dije, con otro chirlo
    
    - “Tu putita”, dijo en voz alta
    
    La levanté y la puse frente a mi mirándola a los ojos.
    
    - “Ahora Perseo sabe que sos una putita. Mostrale como chupa la pija mi putita” y la empuje para que se arrodille.
    
    La mamada empezó lento y titubeante, pero de a poco se fue soltando y lo hizo con ganas. Le fue entrando la calentura y cuando levantó ...