1. De vacaciones por el sur me tiré a una del norte


    Fecha: 31/07/2025, Categorías: Confesiones Autor: El Manso Embravecido, Fuente: CuentoRelatos

    ... no pierdes el ritmo del folleteo, puedo enlazar varios orgasmos extensos e intensos.
    
    ¡Pues a la faena se ha dicho! Se la enchufo de una sola estocada y me la cabalgo a un ritmo de dos embestidas por segundo.
    
    Por la ventana observo que el padre de Camile está fuera de su auto, fumando y observando las estrellas. Seguro que está preocupado, pendiente de la hora. Su niña todavía no ha vuelto de la juerga nocturna.
    
    Me dio mucho morbo el estar a unos metros de distancia de sus padres dándole caña de la buena a la chica. Tenía miedo que la autocaravana se moviera demasiado con las arremetidas que le estaba proporcionando (ahora ya de tres a cuatro emboladas por segundo), y que su padre se diera cuenta, pero no podía bajar el ritmo pues Camile no hacía más que decirme:
    
    –¡Qué rosario de orgasmos me estás proporcionando, cabrón! Sigue así, no pares. Eres un buen puto ¡Joder!
    
    El padre de Camile se volvió a meter en su autocaravana y entonces, ya sin importarme si mi vehículo se movía mucho o no, cogí a Camile por la cintura y poniéndola de pie, me la fui empotrando contra uno de los laterales del auto.
    
    Ella jadeaba como una auténtica perra sedienta de agua... o esperma. Apoyaba su cara en ...
    ... el vidrio de una de las ventanas, dejándolo empañado por el vaho.
    
    Perdí la cuenta de las veces que se había corrido aquella zorra, pero yo ya no pude aguantar más y le sugerí:
    
    –Me corro cariño. Ponte de rodillas para recibir mi lechada en tu carita pecosa de niña traviesa. ¡Eres muy puta, cariño! Mi polla quiere soltar toda la carga de esperma que llevo en mis huevos sobre tu rostro.
    
    Camile se desacopló de mi verga y poniéndose en cuclillas esperó su peculiar ducha.
    
    A los pocos segundos le suelto unos siete u ocho chorros de semen que voy dirigiendo hacia mejillas, nariz y boca. Cuando acabo de correrme, Camile me chupetea la punta del glande un poco, buscando las rezagadas y últimas gotitas.
    
    No se limpió la cara. Simplemente se restregó la lechada por todo su cutis (imitando a una mascarilla facial), y vistiéndose, se despidió de mí con un beso.
    
    Quedamos para el día siguiente para seguir con las juergas (la de música, baile y consumiciones; y la de folleteo).
    
    Aquellas vacaciones fueron inolvidables. Aquel matrimonio me invitó a ir a visitarlos a París en alguna ocasión. Por supuesto que fui. Me consideraban como a un hijo. La verdad es que casi me convierto en hijo político. 
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