La mucama [H31]
Fecha: 10/08/2025,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Ella, se mantuvo atenta conmigo y nos escribíamos casi todo el día. Cuando le dije que empezaba a sentirme mejor y que quería retomar mis actividades, se mostró un poco más atenta que de costumbre y preguntó si podía echarme una mano.
Aunque siempre he sido alguien con altos estándares de limpieza altos, imaginar que también había pospuesto esos menesteres desató mi pereza. Decidí proponerle que me ayudara a limpiar y aprovechar el día para luego comer algo juntos, pues también me hacía falta la compañía humana.
Aceptó y sólo avisó que llegaría al día siguiente por la mañana. Yo desperté mucho mejor de lo que esperaba, así que decidí empezar el día un poco antes de lo planeado. Me bañé y encendí la computadora para contestar algunos mails mientras desayunaba, planificaba el resto del día y arrancaba con los preámbulos de la limpieza. Luego de unos minutos, me interrumpió su mensaje anunciando que acababa de bajar del taxi y exigía que le abriera la puerta.
Pasó y me saludó muy normal, como siempre. Por un segundo me pregunté por el sobretodo que vestía en medio del clima más bien veraniego. Dejé pasar mi pensamiento, pues de inmediato entró al baño y me volví a distraer con los mails que estaba respondiendo y la anfitriona idea de ofrecerle un café.
Volví a escuchar su voz anunciando que iba a empezar con las labores de la limpieza. Aún un poco distraído, comencé a escanear el departamento tratando de enlistar todo lo que había que hacer para hacerle segunda en ...
... la tarea, cosa que interrumpí cuando mis ojos se posaron sobre su figura. Salía del baño mientras botaba el sobretodo y su bolso en un rincón cercano, mientras se disponía a esas labores de limpieza. Lo que me sacó el aliento fue lo que descubrió la ausencia de la disonante prenda. Recorrí su figura desde el punto más bajo, donde encontré unos tacones blancos que continuaban su estela a través de unas medias del mismo color, que envolvían sus piernas levemente bronceadas y bien firmes. La fina y traslúcida tela terminaba abruptamente en un liguero que apenas podía abrazar sus muslos.
Luego de un trecho de piel me encontré una diminuta falda negra que apenas cubría sus caderas. La caída de la tela daba una sensación de ligereza, y cada movimiento registrado dotaba a la prenda de una leve intensión de levantarse para develar sus secretos, particularmente cuando de cubrir sus nalgas se trataba. Continué subiendo y el corsé negro que ya esperaba encontrar a continuación moldeaba su torso de una forma exquisita. Apenas contuve las ganas de tenerla directamente en mis brazos para deleitarme con el tacto de su carne. Casi caigo cuando observo que la prisión que la tela formaba alrededor de sus pechos, redondos y aparentemente bien dispuestos hacia mí, se volvía transparente para derretirme con la visión de sus pezones ya levemente erectos. Al final, unos largos y traslúcidos guantes blancos hacían juego con toda su figura.
Ella levantó su mirada para encontrarla con la mía y ...