La mucama [H31]
Fecha: 10/08/2025,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... luego, con la mayor naturalidad, reanudó su labor, casi ignorándome. Completamente confundido sólo alcancé a decirle que iba a apagar la computadora para ayudarla. Ella tranquilamente sólo me indicó “Sigue con lo tuyo y luego si necesito, me ayudas”. Obedecí no sin antes sentir agolpada mi sangre en el corazón, flaqueza en todo el cuerpo, un vacío infinito en el estómago y un diamante entre las piernas.
Regresé a mi puesto de trabajo completamente descolocado. Gracias al tamaño del departamento, bastaba un estirón o la excusa de rellenar el vaso con agua, podía encontrarme nuevamente con aquella figura que hacía algo tan banal como la limpieza, un verdadero espectáculo erótico. Cada movimiento suyo agitaba la faldita, terminando de desnudar sus piernas, mientras sus pechos bamboleaban de un lado hacia otro. A pesar de mis ganas de estrujarla contra la pared y clavarle mi hombría hasta la saciedad, era igualmente placentero aquel espectáculo.
Mi deseo no sólo hizo más que aumentar cuando ella se inclinó a recoger un pequeño papel que yo había abandonado en el suelo en algún momento de la semana. Mientras su mano llegaba al suelo, la faldita negra reveló el magnífico tesoro. Me encontré entonces ante sus nalgas carnosas, que devoraban con la misma indecencia con la que yo la estaba soñando, una tanga negra. Ese pequeño hilo que desaparecía antes de rozar su ano y su vulva casi me provoca un infarto.
Al incorporarse, ella notó mi presencia y sólo me miró por un par de ...
... segundos para continuar con su labor. Apenas alcancé a sonreír y regresé a la computadora, tratando de fingir la misma naturalidad, pero ya completamente fuera de mi propio control. Planeaba ya mi siguiente movida.
“Creo que tardaré un poco más”, le advertí para que se previniera y presupuestara continuar con su espectáculo. “No te preocupes, yo aquí sigo”, me contestó, casi altanera. Mi postura trató de responder con orgullo, pero volví a mandarlo todo al carajo cuando se cruzó nuevamente en mi campo de visión. Ya la miraba descaradamente y ella lo notaba. Casi cada segundo que ella pasaba frente a mis pupilas era una eyaculación que la bañaba y la marcaba como mi nuevo y más preferido juguete sexual.
Gracias a que mi habitación era lo más desordenado, la danza lujuriosa de la mucama se prolongó. Aproveché un momento de locura total y mi mano rozó la piel desnuda de su pierna, que delató su excitación al erizarse de inmediato. Sabía entonces que a pesar de mi impavidez, ella ya era prácticamente mía, por lo que repetí mis caricias en cada ocasión, un poco más atrevidas en cada momento. Coroné mi jugada cuando ella estaba por dirigirse a otro lado del departamento, y la palma de mi mano se posó sobre sus nalgas, apretándolas un poco apenas sentirlas. Ella se detuvo apenas un segundo y continuó como si nada.
Ya estaba completamente fuera de control. Después de perderla de vista me levanté de la silla y fui por ella, completamente decidido. La encontré acomodando un ...