¡Feliz Navidad, familia!
Fecha: 10/08/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: El Manso Embravecido, Fuente: CuentoRelatos
Odio las reuniones familiares y las cenas de empresa. Las veo como eventos sociales un poco forzados. De repente tienes que brindar y ofrecerle buenos deseos a personas que te estuvieron jodiendo el resto del año.
Mi madre, mi esposa y un par de amigos son los únicos con los que una cena no se me indigestaría.
Con el resto de familiares me voy a ensañar un poco en este relato, que por desgracia no es real. ¡Cuánto daría porqué lo fuera!
Como todos los años, el 24 de diciembre nos reunimos mis padres; mi hermano y hermana con sus respectivas parejas; mis cuatro sobrinos (una parejita por cada hermano); y por supuesto, mi mujer, mi hija y yo.
A las 12 de la noche hay que ir a la Misa del Gallo y son las 21.00h. Así que, tenemos unas dos horas y media para cenar, cantar villancicos y aguantar los cuñadismos de rigor.
¡Toda una eternidad, vamos!
Mi cuñada está maciza, no es gorda, pero tiene unas buenas cachas y muslos. No es fácil levantarla al vuelo. Es atractiva de cara. Pero es una víbora. Muy mala persona. Si se mordiera la lengua moriría envenenada, seguro.
Y, ¿qué decir de mi cuñado? Es el típico personaje que sabe de todo y no entiende de nada. El cuñadismo personificado.
Mis sobrinas hoy vienen de punta en blanco, parece que van a una boda. Muy hermosas las dos.
Para mi padre yo soy el fracasado de sus tres hijos. Quizás tenga razón al pensarlo, pero jode que te lo digan a la cara.
Antes de sentarnos a la mesa tomamos unos aperitivos y ...
... vermús.
¡Qué rápido pasan los años! La persona más joven de la reunión es mi hija y ya había cumplido recientemente 18 años. Sus primos le llevan una media de 5 años de diferencia.
Yo no soy el menor de los hermanos, pero fui el que se tomó con más calma la procreación.
Mientras estamos de picoteo charlamos de todo un poco. La voz cantante, como siempre, la lleva mi cuñado, que no para de hablar de sus negocios y de las inversiones que va a hacer para abrir sucursales no sé en qué sitios porque yo desconecté y con disimulo me fui cambiando de corrillo.
Mi sobrina, hija de mi hermano, estaba muy cambiada desde la última vez que la vi. Se había tatuado buena parte del cuerpo y llevaba varios piercings distribuidos por la lengua y nariz.
Por fin nos sentamos y aunque todos colaboramos en poner y recoger la mesa, hay un personajillo que se cree superior a los demás y que no se movió de su silla en ningún momento. Ya habrán adivinado de quién hablo, ¿verdad? Pues sí, de mi cuñado.
El pelma seguía hablando de acciones y financiación… hasta que me harté. Me saqué la polla delante de toda la familia. Lo cogí por los pelos, le traje su cabeza hacia mi entrepierna y le dije:
–¡Cómeme la polla y deja de decir tonterías, pichafloja!
El tío oponía resistencia, pero al final, gracias a mis muchos años de gimnasio, se vio obligado a ceder y lo empalé por la boca hasta que su nariz chocó contra mi pubis.
Yo llevaba unos cinco días sin lavarme el pene en profundidad, ...