El Predicador - Relatos Eróticos

El Predicador

... por como los complacía, me hacía sentir toda una zorra, una verdadera hembra, a pesar de mi edad. Me hacían sentir orgullosa al compararme con mi mama, me hacían sentir muy feliz. Tal vez fuera en parte por eso, que a mí me encantaba darles las nalgas. Bueno, hasta la fecha je je.

Recordar todo eso y al mismo tiempo sentir esa enorme verga dentro de mí, me puso tremendamente excitada. Así que me empecé a mover frenéticamente como la puta experta que ya era. Al poco, el hombre se levantó y me coloco en cuatro de espaldas a él.

Me lubrico atrás con mis propios jugos y me la empezó a meter despacio, poco a poco, con movimientos suaves. Cuando ve que ya me entro toda, entonces se empezó a mover como desesperado dándome tremenda cogida durante varios minutos, haciéndome, jadear, suspirar y gemir de felicidad, hasta que nos terminamos al mismo tiempo, haciéndome venir en tremendos orgasmos abundantes, al tiempo que él me llenaba todo el culo con su espesa, caliente y abundante leche.

Se recostó sobre mí, y así nos quedamos ensartados un buen rato para tratar de reponer fuerzas. Al poco, el hombre recobro la energía y me estuvo cogiendo durante bastante tiempo, en todas las posiciones posibles que él se imaginaba, como si esa fuera la última vez que nos viéramos, siendo que esa, apenas era la primera vez, y esas tremendas cogidas se iban a prolongar durante varios meses más.