Deseo anónimo: segunda parte
Fecha: 31/03/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... igual. Quedaba únicamente una farola, y después de casi media hora subiendo por aquella calle, besándonos, devorándonos y sintiendo como el calor se apoderaba de nosotros, esa última parada la teníamos que disfrutar. Ahora, ninguno de los dos tenía prisas por llegar, queríamos alargar el momento, pero llegamos. No hubo caricias, ni miradas, ni esperas. Te adelantaste un poco a mí, con un tirón de mi brazo me acercaste a ti y rodeaste mi cintura con tus manos, pero yo te las cogí y te las llevé a mi trasero y, las mías, fueron al tuyo. Mis labios se entreabrieron dejando paso a tu lengua, que desesperada por saborear la mía, entró rápidamente en su busca. Se enredaban, se saboreaban y luchaban. Nuestras respiraciones empezaron a acelerarse, una de tus manos fue a mi cintura ejerciendo presión hacía ti para que mi cuerpo no se separase del tuyo. Tu otra mano se deslizó de mi trasero a mi vientre, jugaron unos segundos sobre la cintura de la falda, desabrocharon el botón y la cremallera. Yo abrí un poco las piernas para facilitarte el acceso. Y tu mano entró debajo de la tela. Notaste como la humedad había aparecido y me besaste con más deseo. Dos de tus dedos recorrieron mi rajita hasta la entrada de mi sexo. No hubo contemplaciones, los dos entraron sin esfuerzo alguno, estaba demasiado húmeda como para que te costara. Entraron y salieron, volvieron a entrar y a salir. Fuiste aumentando el ritmo, embistiéndome cada vez más fuerte, notando como me quedaba casi sin ...
... respiración. Mis manos empujaban de tu trasero hacía mí, intentando que tus dedos llegasen más dentro. El beso se volvió más salvaje. El cielo se iluminó, no nos separábamos. El cielo crujió, no nos separábamos. Y comenzó a llover levemente y tampoco nos separamos. El cielo volvió a iluminarse y seguidamente un trueno nos sobresaltó. Empezó a llover con mucha más intensidad. Te separaste de mí, me cogiste de la mano y empezamos a correr para resguardarnos de la lluvia. Corrimos atravesando un parque cercano, hasta llegar a una caseta de estas donde antiguamente tocaban las bandas de música y allí nos resguardamos. La lluvia nos había empapado, y también, por qué no decirlo, lo que no era la lluvia. Me senté en un pequeño banco que había en aquella caseta y te miré. Te miré de arriba abajo, me volvías loca. Estabas chorreando y la camiseta se ajustaba a tu cuerpo como un guante, no eres muy musculoso pero aquella camiseta empapada te marcaba lo suficiente como para hacer volar mi imaginación. Te acercaste a mí, me cogiste de las manos y me levantaste. Las gotas de lluvia habían mojado mi pelo y se me había pegado a la cara, suavemente me lo apartaste, entonces sonreíste. Sonrisa que se debió q una gota de agua que resbalaba desde mi frente hasta la punta de la nariz donde amenazaba con caer al suelo, con tu dedo índice me diste un suave toque en la nariz haciendo que la gota callera al suelo y ambos sonreímos. Mis manos se abrazaron a tu cuello y las tuyas al mío y nos fundimos en otro ...