Historia del chip (037): Confidencias - Irma 010
Fecha: 02/04/2018,
Categorías:
Lesbianas
Grandes Relatos,
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... Lena reaccionó. —Oh, perdóname. Me he ido a mis pensamientos. Has hecho bien— Le soltó los pendientes. Comprendió que los había llevado puesto demasiado tiempo y supo que a Irma le dolió más de lo habitual el retirarlos. —Te compensaré— le dijo y se los puso en su propio cuerpo. Por primera vez, Irma pudo ver los pendientes en la cara de su ama. Hasta ahora, sólo los había palpado en la bañera. No es que pudiera quedarse a contemplarlos mucho rato pues Lena inició el segundo beso del ritual y empezó a acariciar con ternura las maltratadas orejas. Como si resultase imprescindible, Irma se quitó la chaqueta. Necesita un contacto más amplio y no había mejor manera de indicarlo. Lena entendió lo que quería y llevó las manos a comprobar la piel de los hombros, la tensión en el cuello y jugar con el pelo. A Irma le supo a gloria, mucho más porque Lena no volvió a colocarle los pendientes con rapidez como solía hacer. Cuando el taxi paró, mientras Lena volvía a depositar las pinzas en los lóbulos agradecidos, Irma se colocaba la chaqueta. Cuando la taxista sacó la maleta del portaequipaje, Irma se dispuso a cogerla. Lena negó con la cabeza. —Yo la llevaré. No tiene sentido que con tu falda y tus tacones seas tú quién cargue con ella. Para esto soy tu hombre. Irma hizo un gesto afirmativo y doliente, sin ni siquiera importarle. El placer que había sentido compensaba de sobras la molestia. Era todo tan romántico que sentía deseos de llorar. Vivía lo que la vida le había arrebatado ...
... desde muy joven. —Gracias, pero si la idea es que crees que por eso voy a ir por la vida con este simulacro de falda— insinuó Irma, haciéndose la dura. —Pues por el precio que tiene, habrá que amortizarla— soltó Lena en el mismo tono. El botones del hotel llegó en ese momento. Pero fue incapaz de reaccionar. Era un jovencito que se quedó mirando a Irma o, mejor dicho, sus extremidades inferiores. Para cuando se acordó de cuáles eran sus funciones, Lena e Irma ya estaba en el mostrador. —No tiene precio— dijo Irma. Lena hizo un gesto de extrañeza. —La falda— le indicó Irma que se giró y tuvo que bajarla una vez hecho el giro completo. —Estoy de acuerdo— completó Lena. El botones llegó en este instante y no supo que decir. Lena vino en su ayuda. —No te preocupes. A mí me pasa cada día. No hay remedio o cura conocida— le dijo mirando a Irma. Completado el registro, salieron a cenar, dejando que el botones llevara la maleta a la habitación y, con toda seguridad, molesto porque no iban con él la habitación. Lena buscó en su tableta y encontró un lugar adecuado a diez minutos andando. Una característica fácil de apreciar cuando dos personas están caminando es si van acompasadas. Irma era más alta y con los tacones no tenía más remedio que acortar los pasos. Lena se acomodó al ritmo de su amiga. La agarró por la cintura, esbelta y seductora a más no poder. Notó la incomodidad de Irma. —Cuéntame un poco más sobre el trasiego mental que te llevas con tu talle— ordenó Lena. Irma respondió ...