1. Doctor, no me encuentro bien


    Fecha: 03/04/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... notaba los latidos de mi vientre. -Esto seguro que no te duele tampoco ¿verdad?- y frotándome con más avidez me miró- Dime, ¿te duele? No me salía la voz, lo miré con los ojos acobardados y leyó en mi mirada algo más que curiosidad por saber qué tratamiento médico era aquel. Me tomó una mano y me la colocó sobre su pantalón. Aún no estaba empalmado pero empezó a moverme la mano sobre su entrepierna para indicarme el ritmo, después me soltó y como yo seguí el masaje al ritmo marcado él terminó de desnudarme y disfrutando del juego de mi mano se detuvo en lentas caricias por todo mi cuerpo siguiendo con sus ojos cada poro de mi piel que tocaba. Empecé a notar como su cuca dejaba poco a poco su blando cuerpo, seguí frotando sobre su bragueta con la mano abierta escuchando un murmullo de placer cuando apretaba y cerraba un poco la mano. El doctor dejó de tocarme y empezó a desabrocharse el pantalón, se bajó la cremallera e incorporándose un poco se metió la mano dentro de los calzoncillos y se sacó toda aquella carne. Me miró y volviendo con una mano a acariciarme el chichi empezó a acariciarse la picha con la otra. No sabía si quería que le tocara o qué pero sus dedos en mi conejo me estaban dando mucho gusto. Yo no me había masturbado de aquella forma nunca, yo me tocaba o me apoyaba con las piernas abiertas en la esquina de algún mueble balanceándome hasta que la presión me hacía temblar y me mojaba. El doctor me estaba dando gusto jugueteando con mis dedos por dentro y por ...
    ... fuera de la raja, se los mojaba en mis flujos y después me apretaba el bultito del gusto como yo lo llamo. Me daba vergüenza reconocer que era placer aquello, era mi médico y el de mis padres y no sabía si estaba bien o no pero estaba allí desnuda, tumbada junto al doctor que me iba a quitar aquellos mareos malos de los últimos días, me encontraba mejor, sin querer se me escapó un gemidito y vi que él sonreía y aceleraba su masturbación, lo miré y me sonrió, siguió acariciándome y vi cómo se giraba un poco sin dejar de masturbarse y bajaba su cabeza a mi barriga. Empezó a besarme y a mojarme con la lengua y después empecé a sentirlo sobre mi pubis, eso me hizo mojarme más, me agarré a la camilla y giré mi vista hacia su polla, ya estaba empalmado, tenía la cuca tiesa y su mano no dejaba de pelársela con rapidez, sentí su lengua profundizando el juego a ambos lados de mi rajita, llevando mi flujo por todos los lados, lamía apretando con fuerza su lengua y notaba la yema de su dedo estimulando mi clítoris descontrolado, apretaba y movía el dedo y después dejaba su yema caliente en la cabecita del bulto y acariciaba suave en círculos cerrados, me estaba deshaciendo. Tenía el conejito ardiendo en fiebre y mi cuerpo temblaba, ya no podía contener la respiración y era tan agitada que sonaban a celosos gemidos que me avergonzaban cada vez que se me escapaban, pero me temblaban las piernas y su lengua entraba y salía de mí, a mi lado su rabo era cada vez más brillante, con una punta ...