El amigo invisible
Fecha: 21/09/2017,
Categorías:
Masturbación
Autor: amanuense, Fuente: xHamster
Aquellos cinco minutos eran los únicos en todo el año en los que los intereses de la empresa quedaban por debajo de los de los empleados. Los jefes lo permitían aunque ellos no participasen. El amigo invisible que se celebraba el primer lunes después de las vacaciones de Navidad era una tradición desde hacía años, de hecho ya se celebraba cuando ella ingresó en la plantilla. Silvia echó un último vistazo furtivo, para no equivocarse, al puesto que ocupaba la chica a la que tenía que hacer su regalo, justo antes de que el trasiego de cada día a las nueve de la mañana se convirtiera en caos, prisas y carreras a través del espacio diáfano de la oficina. Mientras caminaba decidida con el pequeño paquete entre sus manos, pensaba que había sido afortunada en el sorteo, pues le había tocado una mujer, una a la que apenas trataba, cierto, pero una mujer que, Silvia creía más fácil de contentar con un regalo. Le había confeccionado un broche tal y como había aprendido en unas clases de manualidades a las que asistió el año anterior en la casa de cultura. Cuando llegó a su destino, se paró, miro un par de veces en cada dirección, y cuando estuvo segura de que nadie veía que era ella quien dejaba el paquete, lo colocó con cuidado en el escritorio. Acto seguido se marchó apresuradamente y un tanto ruborizada, como si en lugar de hacer un regalo hubiese robado una goma.En el camino de regreso a su puesto de trabajo, Silvia se reconoció estúpidamente nerviosa. ¿Qué habrían depositado ...
... sobre su mesa?, ¿quién habría sido? Eso del regalo invisible es una tontería, ya se sabe, pero siempre hace ilusión que a una le regalen algo… Cuando sus ojos descubrieron un objeto cilíndrico, de unos veinte centímetros de largo y unos pocos de ancho envuelto en un llamativo papel plateado, esbozó una ligera sonrisa. Comenzó a abrirlo con cuidado, no quería romper el papel, pues siempre le podía resultar útil para alguna de sus manualidades. La emoción le iba ganando. Sin embargo… Si al dejar su paquete se supo ligeramente colorada, ahora de golpe sentía su cara arder. Más que descolocada, se sentía indignada, abochornada. ¿¡Una polla de plástico!?, ¿¡de verdad le habían regalado una polla de plástico!? Silvia guardó de inmediato su regalo en el bolso antes de que nadie lo viera. Afortunadamente las compañeras que trabajan a su lado todavía no habían regresado a su sitio y creía que nadie le había visto abrir su regalo. Cuando le preguntasen, que le preguntarían, diría que su regalo era el libro que, como cada mañana, se había traído para leer en el tren. Estaba tan descompuesta con su regalo que ni siquiera cayó en la cuenta de que era un libro viejo y con el sello de la biblioteca.Antes de centrarse en su trabajo echó una última ojeada. Por si había alguien riéndose de ella en la distancia. ¿Quién había podido hacerle ese regalo tan descarado y fuera de lugar? Seguramente el gilipollas de Martínez, que la había escuchado cuando le contó a Eva que había roto con su novio. Si no ...