El amigo invisible
Fecha: 21/09/2017,
Categorías:
Masturbación
Autor: amanuense, Fuente: xHamster
... echado en falta. No es que sea ninguna frígida, se auto exculpó mentalmente; aunque no sea tan guapa o atractiva como otras, ella también habría podido de haber querido. Basta una dosis extra de alcohol para obviar que no quieres al tipo y engañar a tu conciencia. Pero yo no soy así- se autoafirmó-, yo creo en el amor.Pensó después Silvia qué hacer con su extraño regalo, dónde guardarlo. Se tenía que meter a la cama y todavía no le había encontrado una ubicación. Al tenerlo en su mano, se dio cuenta que era más grande que ésta. No es que tenga Silvia las manos grandes, pero… Le dio vueltas al envoltorio de plástico transparente hasta que dio con las dimensiones: 23x7x7. ¿Existirán en la vida real cosas así? Si es el caso quizás debería salir un poco más, pensó riendo. De pronto se sentía curiosa. De pie junto a su cama abrió el envase en el que venía, y extrajo su regalo. Ni esponjoso ni de plástico duro, si es por tacto me quedo con Marcos- se dijo Silvia. Se fijó entonces en el glande tallado, en una especie de vena que surcaba el objeto de arriba abajo, y en los dos bultitos de la base. Sin saber muy bien cómo, se vio sosteniendo el objeto a unos pocos centímetros de su pecho, con la parte ligerísimamente curva apuntando a su cara, y sus dos manos apretando el tronco. Sintió la necesidad de llevarse el objeto a la boca, y lo hizo. Separó sus labios, sacó mínimamente la lengua y… por poco vomita la cena. Pudo controlar una arcada y acabó atragantándose con su propia saliva. ...
... Tiró el consolador sobre la cama y rompió a llorar. ¿Quién podía burlarse así de ella que estaba tan sola…?El reloj en su mesilla marcaba las cuatro y algunos minutos, fuera llovía y Silvia se giró mecida en sus sueños. Sintió un roce en su cuerpo pero no le hizo caso. Se acurrucó, se cubrió la cabeza con la manta y siguió durmiendo. Sólo cuando despertó se dio cuenta que había pasado unas horas con su desconcertante regalo preso entre sus muslos. Se sonrojó. Sin tocarlo, únicamente moviendo su cuerpo, consiguió poner el objeto en vertical. Separó de pronto sus piernas, y el consolador cayó débilmente contra su pubis. Tuvo Silvia una sensación agradable que quiso repetir. Volvió a ponerlo erecto y lo empujó contra su pijama. Un cosquilleo recorrió su cuerpo. Se sentía juguetona aquel amanecer. Lo apresó de nuevo entre sus muslos y su sexo y se movió suavemente. Era agradable sentir algo duro, ahí. No se atrevía a asirlo, pero no podía dejar de sentir ese roce. Si apretaba los muslos el objeto parecía ascender entre estos, como si quisiera llegar a su lugar natural. Aunque se sintiese culpable, no podía dejar de hacerlo. De pronto sentía un calor terrible, así que descorrió la ropa de cama. Miró el despertador, todavía tenia un rato. Apoyó la espalda en el cabecero de la cama y, flexionándolas, separó sus piernas. Sentía sus braguitas pegándosele a la piel. Metió sus dedos entre su cuerpo y la ropa y tiró de estas para despegarlas. Sin saber explicar porqué, acto seguido esos ...