Días previos a su boda
Fecha: 08/04/2018,
Categorías:
Voyerismo
Sexo Duro
Tabú
Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster
... su bello rostro, al mismo tiempo que él me absorbía los jugos que yo expulsaba.Sus manos pasaron de mis nalgas a mis pechos, los cuales apretó como frutos sensibles.Así como estábamos, lo comencé a cabalgar como si de un toro mecánico se tratara. Ensamblada sobre su cabeza, lo monté como amazona. Me moví frenética, rozando mi clítoris con su nariz. Procuré que aquel apéndice mi hiciera feliz.Me inclinaba adelante y atrás, en movimientos que expresaban mi verdadero deseo. Ser penetrada por su ruda carne.Ya no aguantaba más, lo deseaba, en verdad lo deseaba. Antes de que se atreviera siquiera a tomar un respiro, me dejé llevar por mis instintos de mujer. Mi vagina ya hacía agua al saber de aquel paquete que él se cargaba entre las piernas. Yo no podía más... No sé cómo pero me animé a pedirle, no..., a exigirle, que me cogiera.Le pedí, le rogué, casi le supliqué que me lo hiciera.Por fin me llevó a la ansiada cama. Sus fuertes brazos me transportaron y, para mí, fue como si de un divino sueño se tratara.Roberto me lanzó a la cama y, al rebotar en ella, tomé conciencia de que esa era la primera vez que yo convocaba a un hombre exclusivamente para que me cogiera y, la verdad, me sentí plena. Me sentía satisfecha de buscar y conseguir mi propio placer sin esperar a que un hombre me lo ofreciera.Antes de la penetración, gocé de su miembro esponjoso que se hacía cada vez más grande dentro de mi boca. Yo ya estaba ansiosa por meterme ese pedazo de carne en lo más profundo e íntimo ...
... de mí, así que me levanté y, tras un breve cachondeo durante el cual aquel fornido y masculino ser me estrujó entre sus fuertes brazos, le di lo mejor de mí.Está de más decir que me esforcé por brindarle el mejor sexo que le pude ofrecer; un hombre como aquél se lo merecía.(«...un hombre como él, la próxima que lo vea me las pagará, vaya que me las pagará. Pedazo de cabrón», pensé)Ambos dimos todo en aquellas sábanas que terminaron empapadas de nuestro sudor.Mientras yo estaba arriba de él, montándolo con todas mis energías, inesperadamente se escuchó un tono melódico. Era el timbre de mi celular que sonaba desde la mesilla cercana, donde lo había dejado. Ambos nos miramos como interrogantes de si debíamos parar o no. Pero yo no estaba dispuesta a hacer una pausa que irrumpiera nuestro bien ganado ritmo. Yo seguía bien caliente. Así que, sin desmontarme de él, alcancé el aparato y vi que se trataba de Álvaro.—Guarda silencio —le dije a Roberto y contesté—. Hola amor. ¿Cómo estás? —le dije tiernamente a Álvaro, a través del móvil.Mientras le mentía sobre dónde estaba, diciéndole que andaba de compras con mis amigas, continué cabalgando a Roberto. Álvaro ni se imaginaba que justo en ese momento montaba a ese hermoso macho.Seguí hablando con mi futuro marido mientras Roberto y yo apresuramos nuestros movimientos pasando de un trote ligero a una cabalgata acelerada. Yo reía mientras trataba de convencer a mi futuro marido de que mi agitación se debía a que estaba corriendo tras de ...