1. Pensando en vos...


    Fecha: 22/04/2018, Categorías: Gays Autor: ViejitoMalo, Fuente: SexoSinTabues

    Estés donde estés. Me pregunto si alguna vez pensaste que, sea quien fuere que nos diseñó y construyó, nos dotó de un cuerpo que "siente" en cada centímetro cuadrado de sí. Siente el frío, y el calor, y el dolor... y también experimenta placer. Sin embargo, educación, crianza, amigos, sociedad e Iglesia nos han marcado a fuego enseñándonos e instruyéndonos para que entendamos, de una vez por todas, que todo lo que tiene que ver con el placer, si no es a fines reproductivos (es decir, heterosexual) es... ¡¡¡PECADO!!! Sucio, feo, desagradable, asqueroso y repugnante. Y si esa porquería a la que llamás placer se experimenta con una persona de tu mismo sexo, ya sabés lo que te espera, ¿no? Así, querido mío, nos vamos llenando de pudores, y vergüenza, y una tonelada y media de represión, que nos empujan, al menos en mi caso, a vivir en la fantasía. Una muy recurrente, que tengo desde hace muchos años, es en la que estoy con otro hombre, solos en una habitación. Él se encuentra completamente desnudo, con sus ojos cerrados y boca arriba en mi camilla de masajes, mientras mis manos recorren parsimoniosamente su cuerpo, con la presión y tibieza justa que sé que a él le gusta. Es un masaje y es también una caricia. Los dos sabemos quiénes y qué somos, ya que voluntariamente nos hemos sacado las etiquetas, esas que dicen "soy pasivo", "soy activo", “soy bisexual”, "soy masculino" y tantas otras. Somos sólo dos hombres que desean estar juntos, disfrutando de ese momento, y sabiendo qué ...
    ... es lo que nos va a ocurrir a cada uno de nosotros. Quisiera pedirte permiso para ubicarte a vos en el lugar que ese hombre ocupa en mi imaginación. Mis manos se deslizan desde tu cuello hacia tus hombros, y regresan luego hacia tu pecho para desplazarse por sus costados hacia abajo, hasta la cintura, para luego subir por tu vientre hasta apoyarse en tu tórax, para dedicarme a tus pechos, que fricciono con algo más de presión, para ver cómo llenan mis manos, haciendo resaltar tus pezones. Los miro, y sin poder ni querer evitar la tentación, agacho mi cabeza y paso mi lengua por alrededor de todo tu pezón derecho, deleitándome cuando escucho tu primer quejido. Deslizo la punta de mi lengua por el camino entre tu pecho derecho y el izquierdo, y repito la "tortura" en tu otro pezón, mientras mis manos aflojan la presión. Levanto algo mi cabeza y llevo mi mirada a tu ingle. Sonrío, porque se te nota - de una manera halagüeña para mí - que no hace falta preguntarte nada, pero, a pesar de ello, llevo mi boca hacia la alturas de tus orejas, y en tu oído pregunto en voz baja. -¿Te gustó?... ¿Querés más? Tu rostro, con los ojos aún cerrados (¿quizá el temor de despertar de un sueño?) se vuelca hacia mi cara, mientras musitás un "sí". Miro tus labios cuando se mueven para responder. Me atrae tu boca, tanto que me acerco a ella y la beso con suavidad, en el centro y en las comisuras, sabiendo que en un rato esa misma boca va a estar estirada, ocupada, llena. Me gusta ver lo entregado que ...
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