EsposasPerfectas.com - Cap 8
Fecha: 15/09/2025,
Categorías:
Transexuales
Autor: maria sol, Fuente: TodoRelatos
... indicar que paremos.
—Querida, debes saber que ya por ser la duquesa, tu cuerpo no te pertenece. Este debe ser domado, adiestrado, convertido en emblema, en donde el dolor ni el cansancio no se demuestra. Hoy aprenderás a caminar con gracia y refinamiento, aunque te duela todo el cuerpo.
Las doncellas aparecen por la esquina opuesta y proceden a quitar mis tacones, cosa que agradezco en silencio y con el alma, descalza para sentir el frío del mármol bajo los pies, como si fuera una iniciación.
Luego me obligaron a calzar unoszapatitos de tacón estrechos, tan ajustados que parecían un instrumento de tortura a usanza de aquellas épocas.
— Endereza la espalda querida. El cuello erguido. La barbilla ni alta ni baja, suspendida como péndulo. Los brazos no son tuyos, simplemente cuelgan con gracia y elegancia, jamás se balancean, recuerda estos detalles querida, ahora comienza a caminar sobre esa linea roja en el piso.
Ella intentó avanzar, pero el primer paso fue torpe; el tacón resbaló y casi perdió el equilibrio. Odette golpeó con el bastón el piso, seca, cortante
—¡No y no! Repite
Obedezco sin rechistar, aunque los pies me duelan horrores, al igual que mi pecho y cintura encorsetada.
Otro intento. Más lento, más medido.
La segunda tutora,Madame Céline de Villeroy, se acercó y con un dedo presionó mi abdomen.
—Respira aquí. Nunca en el pecho. Una duquesa jamás jadea querida se vería horrible. Su respiración es invisible.
Ella intentó contener ...
... el aire, disciplinar el cuerpo, pero el corsé la asfixiaba. Se mareó. Las damas no mostraron piedad.
—Otra vez.
Caminó de un extremo al otro del salón, cada paso un esfuerzo, cada gesto vigilado.
La más joven de las tutoras,Mademoiselle Giselle de Rohan, la observaba con mirada inquisitiva. Al llegar frente a ella, murmuró
—Detente querida. Ahora inclina la cabeza como si concedieras gracia a un súbdito. Solo la cabeza, jamás el torso."
Ella obedeció, torpe, demasiado brusca. Un chasquido del bastón corrigió el error.
—Demasiado servil. Una duquesa no se inclina, la duquesa concede. Hazlo otra vez.
Repitió. Una y otra vez, hasta que el gesto se volvió exacto, mínimo, elegante, casi cruel.
Tras una hora, la fatiga pesaba en sus piernas, pero nadie le concedió descanso.
Madame Odette d'Aubigny alzó la mano, y todas se detuvieron.
— Ahora querida aprenderás la obediencia sin palabra.
Colocó un pequeñolibro sobre su cabeza.
—Caminarás el salón completo. Cuando ordene detenerte, te detendrás de inmediato. Si el libro cae, repetirás hasta que el cuerpo aprenda por sí solo a no fallar. Tu cuerpo debe ser reflejo de nuestro mandato, dócil, preciso, inquebrantable.
El libro cayó al primer intento. Ella quiso agacharse a recogerlo, pero una voz la detuvo en seco
—¡Inmóvil!
Se congeló, con el rostro ardiendo de vergüenza. Una doncella le devolvió el libro y la obligaron a reiniciar.
Así, durante dos largas horas, caminó con la respiración ...