1. El Juego del Tío y la Sobrina - Parte 2


    Fecha: 17/09/2025, Categorías: Incesto Autor: Daniela Brito, Fuente: TodoRelatos

    ... se acelerara de golpe. Con movimientos cautelosos, lo tomó y deslizó el dedo para desbloquearlo. Un mensaje de Pablo, enviado minutos antes de entrar a la casa, apareció en la pantalla:
    
    "Putita, te vestirás como yo te digo. Falda negra de cuero ajustada, tan corta que apenas te cubra. Esa blusa roja de encaje que deja ver tu sostén - no uses uno. Medias de red negras y los tacones altos que te compró tu ex. Quiero ver todas las marcas que te dejé anoche al descubierto. Y no te hagas la tonta: si no obedeces, le cuento a tu madre cómo gimiste por mi verga."
    
    Eva tragó saliva, sintiendo cómo un escalofrío de terror y excitación le recorría la espalda.
    
    —¿Todo bien, cariño? —preguntó Marta, inclinándose un poco hacia ella.
    
    —Sí, sí… solo un mensaje de la universidad —mintió Eva, levantándose de la mesa con torpeza—. Voy al baño un segundo.
    
    Una vez en su habitación, cerró la puerta con llave y se apoyó contra ella, respirando hondo. Sus manos temblaban mientras abría el armario y buscaba las prendas que Pablo había exigido. La falda de cuero, comprada en un arrebato de rebeldía adolescente y jamás usada, brillaba bajo la luz de su cuarto. La blusa roja, fina como papel, dejaría ver sin duda los moretones en sus costillas, las marcas de mordiscos en sus hombros.
    
    "Esto es una locura…" pensó, pero ya se estaba quitando el suéter holgado, ya se estaba desabrochando los jeans.
    
    El reflejo en el espejo la dejó sin aliento. Las medias de red se enredaban en las ...
    ... marcas de la fusta en sus muslos, la blusa transparente dejaba ver los pezones erectos, la falda apenas cubría lo esencial. Se tocó el cuello, donde las marcas moradas de los labios de Pablo eran más evidentes, y supo que no había vuelta atrás.
    
    Cuando regresó a la cocina, el silencio fue instantáneo. Marta dejó caer la taza que sostenía, el café derramándose sobre la mesa.
    
    —¡Eva! ¿Qué demonios llevas puesto? —exclamó, levantándose de un salto.
    
    Pablo, en cambio, no dijo nada. Solo sonrió, lento, satisfecho, como un gato que acabara de atrapar a su presa.
    
    —N-nada, mami… solo… quería probarme algo diferente —farfulló Eva, sintiendo cómo las mejillas le ardían.
    
    —¡Diferente? ¡Pareces una… una…! —Marta no terminó la frase, demasiado shockeada.
    
    —Una puta —susurró Pablo, tan bajo que solo Eva lo escuchó.
    
    Ella apretó los puños, pero asintió.
    
    —Vamos, tío —dijo, y su voz no tembló, aunque por dentro, cada sílaba era un grito ahogado.
    
    El viaje en el auto de Pablo fue un silencio opresivo. Él no le hablaba, concentrado en la carretera, ocasionalmente pasando una mano por su muslo desnudo bajo la falda, como recordándole su sumisión. Eva miraba por la ventana, viendo cómo la ciudad se desvanecía, reemplazada por campos abiertos y luego por un camino de tierra que llevaba a… ¿dónde?
    
    "¿A dónde me lleva? ¿Qué va a hacer conmigo?"
    
    Cuando el galpón apareció en el horizonte, grande y gris, con varias camionetas estacionadas afuera, Eva sintió que el corazón se le ...
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