La Mina
Fecha: 24/04/2018,
Categorías:
Transexuales
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
LA MINA Terminado mi bachillerato, tuve que comenzar el difícil trámite de buscar un trabajo. Estaba claro que mis padres no podían pagarme una carrera universitaria. En realidad la única empresa importante en nuestra pequeña ciudad era una Sociedad minera, que explotaba varias minas de oro en la zona montañosa cercana. Sin muchas expectativas me anoté en el Departamento de personal. Tiempo después me llamaron y ofrecieron un trabajo de escribiente. Me informaron que era un trabajo duro, pues se trataba de una de las minas más pequeñas y alejadas, pero que podía significar el comienzo de una carrera en la empresa. Una semana después mientras hacía el largo viaje en camión, por caminos de montaña, iba pensando en la decisión que había tomado. Viviría aislado de la civilización por largos períodos. Lo que más lamentaba era la falta de diversión que tendría, sobre todo de chicas. Si bien no tenía una novia formal, mi éxito con las mujeres me permitía que nunca me faltara compañía femenina. Tengo ese aspecto que tanto parece gustarle a las mujeres hoy. No muy alto (1.70m) piel blanca suave, casi lampiño, cara aniñada de rasgos delicados, pelo castaño claro que llevo bastante largo, ojos claros. En fin, que había tenido relaciones con la mayoría de mis compañeras de clase y con varias señoras mayores. Hacia el anochecer llegamos al campamento. El escribiente al que yo reemplazaba era un hombre mayor, que rápidamente me puso al tanto de mis tareas ya que al día siguiente partía ...
... de regreso en el mismo camión que me había traído. Las instalaciones para el personal consistían en una serie de cuartos con dos camas cada uno. Me instaló en uno de esos cuartos, donde ubiqué mis cosas. A la hora de la cena conocí al resto del personal. Era una cuadrilla de 10 hombres rústicos, duros, de aspecto salvaje y poca educación. No hubo lugar para demasiadas presentaciones, Inmediatamente comenzaron con sus bromas las que rápidamente me tuvieron a mí como protagonista. –Mira la niñita que nos trajeron- le gritó uno al otro. Grandes carcajadas de todos y mal momento para mí que me puse colorado y empecé a desear no haber aceptado este trabajo. Me fui a acostar muy apenado y debo confesar que lloré desconsolado. Rato después apareció mi compañero de cuarto. Era el Capataz de la cuadrilla. Un tipo grandote, musculoso y de muy pocas palabras. Durante toda la cena no había dicho más que dos o tres palabras, pero era evidente que todos lo respetaban y temían. Se desvistió y se metió a la cama. Pese a que yo me estaba haciendo el dormido dijo:-Tranquila niñita ya te vas a acostumbrar a esta vida-. Pese a que sus palabras puedan sonar ofensivas, el tono protector con que me las dijo me hizo sentir algo mejor. A partir de allí mi vida fue un infierno, ninguno de ellos perdía oportunidad de molestarme con sus comentarios, miradas y gestos libidinosos y hasta algún toqueteo. Ya había decidido que con el próximo camión me volvía a la civilización, pero aún faltaba ya que venía ...