La Mina
Fecha: 24/04/2018,
Categorías:
Transexuales
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... a seguir pasando todos los días. Parece que tu culito les gustó mucho. Sentí una enorme angustia y temor, me puse a llorar. Poniendo una mano sobre mi cabeza dijo.-Hay una forma de evitar que te sigan lastimando y es que yo te proteja.- dijo con tono protector. Me ilusioné, pensé que se había apiadado de mí, pero enseguida agregó. -En pago por mi protección vos me vas a dar algo a cambio. -¿Qué cosa? Pregunté estupidamente. -Tu culito, ¿que otra cosa tenés para ofrecer?. Pero lo quiero por las buenas, yo no te voy a violar, no te voy a lastimar. Tenés hasta esta noche para decidirte. Al volver a la oficina le quitó una pieza a la radio y la echó a su bolsillo. Transcurrió el día y yo no encontraba una solución, finalmente muerto de hambre decidí arriesgarme e ir al comedor. Al entrar se desató un griterío, todos se reían de mí y hacían comentarios. El Capataz hizo levantar al hombre que se sentaba junto a él y me indicó que me sentara allí. Instantaneamente se hizo el silencio. Todos comprendieron que me estaba dando su protección y ninguno de ellos se animaban contra él. Sentí un profundo agradecimiento, me sentí seguro. Cuando terminé de comer lo miré y con una inclinación de cabeza me indicó que me podía retirar. Me acosté lleno de pensamientos contradictorios, no sabía que hacer ni que iba a pasar. Finalmente luego de un rato entró a la habitación. Yo había resuelto hacerme el dormido para lo cual me acosté de lado mirando hacia la pared. Escuché como se desnudaba y ...
... sentí su peso al sentarse en el borde de mi cama. Comenzó a acariciar mi cabeza y a jugar con mis pelos, que para ese momento ya estaban largos hasta mis hombros. -¿Qué pensaste?- preguntó con una voz que demostraba su deseo. No contesté nada. Debe haberlo tomado como una aceptación, porque siguió acaciciandome cariñosamente. Se inclinó y comenzó a besar mi cuello, luego mis hombros, mientras metió sus manos debajo de las sábanas y comenzó a acariciar todo mi cuerpo. Yo estaba rígido, sabía que debía rechazar eso, pero luego de tantos maltratos y golpes, sus caricias eran como un bálsamo. Finalmente se metió en la cama y sentí su cuerpo fuerte y musculoso pegarse contra mi espalda, mientras seguía con sus caricias. Apoyó su pene duro y caliente contra mis nalgas y lo frotó contra ellas. -No te preocupes, se que te lastimaron, hoy lo vamos a dejar tranquilo. Me fui serenando, ya no tenía miedo, sus caricias y el calor de su cuerpo eran agradables, me fui relajando hasta quedarme dormido. Al despertarme a la mañana me tenía abrazado. Su brazo tenía el grosor de una de mis piernas. Al moverme sentí en mis nalgas el roce de su pene erecto. Me sentía confundido, esto no me debía gustar, pero sin embargo me sentía a gusto y excitado, mi pene también comenzó a crecer. Lentamente su brazo se comenzó a mover, indicando que se había despertado. Comenzó de nuevo con sus caricias. Su excitación se notaba en una mayor urgencia, frotaba su pene contra mis nalgas. Tomó mi mano y la llevó a su ...