1. La Mina


    Fecha: 24/04/2018, Categorías: Transexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... sensación que provocaban sobre mi piel. Solté mi pelo y lo peiné en forma de melena, pues ya lo tenía bastante largo. Traté de pintarme los ojos pero me hice un desastre, así que solo dejé mis labios pintados de color rojo. Seguí jugando, poniendome distintos adornos y me pinté las uñas. Con cada nueva cosa me miraba largamente en el espejo hasta que me gustó lo que ví, parecía una linda y sexy chica. Tan entretenido estaba que cuando el Capataz entró en la habitación me tomó por sorpresa, me había dicho a mí mismo que era solo un juego y que me sacaría todo para cuando él llegara. Quedó parado en la puerta con la boca abierta, me miraba extasiado. Avergonzado me di vuelta y traté de ocultarme. El me tomó suavemente por los hombros, me hizo girar y dijo -Sos una de las mujeres más bonitas que he visto. Seguro que la más sexy que he tenido-me estampó un beso en la boca mientras acariciaba mis piernas, lo que me produjo una sensación como de electricidad. Se agachó y comenzó a lamer mis nalgas por debajo de la mini, me quitó las pantys, corrió la tanguita e introdujo su lengua en mi ano. Se paró, levantó la mini y me penetró, me bombeó con desesperación y rápidamente eyaculó. Se sentó en la cama y me miraba con deleite -A partir de ahora te vas a comportar como una mujer. Preparate, vamos al comedor para cenar- Quise negarme, quejarme pero simplemente me detuvo levantando una mano. Acomodé mi ropa, me volví a pintar los labios, me puse las pantys y unos zapatos de taco ...
    ... mediano. Cuand estuve lista (a partir de este momento puede que se me empiecen a confundir los géneros masculino y femenino, pues yo me empezaba a sentir confundido), me tomó de la mano y me llevó hacia el comedor. Mi corazón brincaba de los nervios, pero antes de entrar me tomó de la cintura y así entramos. Se hizo un inmediato silencio. A medida que caminamos a nuestro sitio todas las miradas estaban puestas en mis largas piernas, mi trasero, mi busto o directamente en mi cara. Escuché varias exclamaciones en voz baja:- ¡Que hermosura! ¡Que piernas! ¡Mirá su trasero! ¡Que hembra más preciosa!-. Durante toda la cena siguieron las miradas de deseo, lo que me provocaba una rara sensación de poder sobre ellos. Me comporté lo más femeninamente posible y eso aumentaba ese sentimiento. En determinado momento el Capataz levantó una mano y dijo: -Esta dama está bajo mi protección, el que le falte el respeto se las verá conmigo- todos tomaron este comentario con seriedad, en algunos se notaba una mirada que denotaba una mezcla de lujuria y envidia. Esa noche me pidió que me acostara con el sostén y la tanga puestos y una camisa suya que me quedaba larga a modo de camisón de dormir. Me hizo desfilar delante de él, adoptar posturas sexys, mover mi pelo como hacen las mujeres. Su grado de calentura se notó en la forma que me hizo el sexo. A partir de entonces vestí de mujer todo el día. Por la mañana me levantaba tarde, me dedicaba a mejorar mi aspecto y dedicaba el resto del día a mis tareas ...
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