La Mina
Fecha: 24/04/2018,
Categorías:
Transexuales
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... de oficina. Aprendí a caminar con los zapatos de taco alto, lo que me provocaba mucho morbo y a mover mis caderas sensualmente. Comencé a divertirme provocando a los hombres, los que si bien no se animaban a tocarme, me llenaban de piropos, lo cual producía enormes celos al Capataz. Un día entró a la oficina uno de los hombres con una excusa tonta acerca de la administración. Yo estaba agachada archivando algunos papeles lo que aprovechó para meter su mano debajo de mis faldas y acariciar mis nalgas. Cuando me incorporé para recriminarle me estampó un beso en la boca. No lo rechacé, era un hombre de físico muy fuerte, pero de aspecto mucho menos rudo y vulgar que los demás. Tomándome por la cintura me dijo: -Mi nombre es Javier y estoy enamorado de vos, quiero que seas mía- No supe que responder. Hasta entonces había estado jugando a parecer femenina y todo eso, pero ahí tenía a un hombre muy agradable, declarándome su amor y tratándome como toda una mujer. La sensación no era desagradable. La puerta se abrió de golpe y entró el capataz. Se nos quedó mirando enfurecido, Javier parecía dispuesto a hacerle frente, temí un enfrentamiento. Nadie dijo una palabra, finalmente Javier me soltó y salió. El Capataz se quedó algunos segundos mirándome con una mezcla de enojo y pena y también salió. Pensé que esa noche me iba a recriminar y homestamente lamenté haberlo molestado, le debía mucho, si no fuera por él tal vez ya no estaría vivo. A la hora de la cena mi lugar habitual junto ...
... a él estaba ocupado por otro hombre. Sin saber que hacer, me terminé sentando en la única silla vacía en la otra punta de la mesa. Al final de la cena el capataz levantó la mirada y dijo: -A partir de este momento no es más mía. Yo la enseñé a ser una buena putita, espero que la disfruten. Pero no voy a permitir faltas de respeto ni escándalo, cada cual se la tendrá que ganar por las buenas. En cuanto a vos-dijo dirigiéndose a mí-te recomiendo que no rechaces a ningún hombre que te trate con respeto- dcho lo cual se levantó y se retiró. Inmediatamente hubo una explosión de comentarios, risas y alegría por parte de los otros hombres. Yo me levanté y fui tras él. Estaba dispuesto a humillarme aún más para que me perdonara, tenía mucho miedo de lo que pudiera pasar. Todavía recordaba mi violación y la brutalidad con que me habían tratado. Cuando llegué a la habitación él no estaba, se había llevado todas sus cosas. Su decisión era irreversible. Me tiré en la cama desconsolada, pensando en mil cosas. Escuché que la puerta se abría lentamente y entró Javier. -El capataz se instaló en otra habitación, sos libre- dijo pensando que me alegraría. Sin embargo la noticia no hizo más que producirme un ataque de llanto. -No llores, yo te quiero- dijo, sentándose en mi cama y comenzando a acariciarme cariñosamente. De a poco me fui calmando y él se terminó acostando junto a mí, aunque todavía vestido. De a poco sus caricias se fueron haciendo más atrevidas. Me repetía que me quería, que ...