Mi bandita en la secundaria - Relatos Eróticos

Mi bandita en la secundaria

... espalda y su cabeza en mi hombro, no gemía pero su respiración era bastante agitada, más que la mía, parecía que tenía mucha sed y en veces soltaba un pequeño sonido agudo. Era la sensación mas gloriosa de mi vida. Después de eso me preguntó: “¿porque eres tan serio?” y mientras nos meneábamos para un lado y para el otro le respondí ya sin mucho temor “Pues es que eres muy bonita... A cualquiera le gustas” “que lindo eres!!”. Al poco sentía que perdía el control, empecé a sentir mas calor y finalmente liberé toda la tensión que en mi ya hacía desde tiempos remotos. Acomodamos nuestras prendas, nos sentamos a un lado y empezamos a platicas de muchas cosas, entre ellas me volvió a preguntar “¿Sí vas a hacer mi tarea, verdad?” ”sí yo la hago”. Después de una hora regresaron todos sudados y cansados por jugar correteadas. Se terminó el día. ¿Que paso después? Sin hacer segundas partes, cumplí mi promesa de hacer sus tareas, pero en tiempo de exámenes le iba muy mal a Rubí, así que me preguntaba si le podía ayudar a estudiar en su casa, Pero le puse una condición, se lo dije con una timidez, que parecía un tonto “Pero... pero... pero si acabamos de ...

... estudiar rápido, me dejas... bueno es que...” “¿qué, qué quieres?” “bueno... que sí me dejas... que si podemos coger otra vez tú y yo, es que eres muy bonita” Y como si le hubiera pedido su cuaderno para copear un apunte me respondió “ah, sí, sí quieres...”. Íbamos a su casa a estudiar y siempre que su mama se iba, rápido me daba tiempo de bajarle su pantalón de mezclilla, nalguearla, lamerla, meterle mis dedos o meterle mi naris y olerle su bajina y su ano al mismo tiempo y/o cogérmela, y ella de cogerme a mí. si había tiempo hasta tres veces me la cogía sin descanso Se podían hacer muchas cosas con ese culote. No sé si fuimos novios, es algo muy difícil de explicar aunque pueda parecer algo extraño. Después de mas de una década, por X razón no la volví a ver. En cierta ocasión la encontré por la calle. Ya no era la misma, paresía que tenía 40 años ya no era el mismo cuerpo atractivo. Pero eso no me dio tristeza, tomaba de la mano a una pequeña niña “Mira Julio, ella es mi hija, tiene 2 años”. Pero igual me dió mucho gusto verla. Ha por cierto cuando salimos de clases aquel día, Andres me dijo “Me debes una e wey!!, es que yo agarre de a 4 condones!!”.