1. Mi casera y su sobrina — Cap. 2


    Fecha: 03/10/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Fetichismo Autor: Tekato_TS, Fuente: SexoSinTabues30

    Luego de aquella noche de cumpleaños que tuvimos. María y yo éramos aún más cercanos, sin embargo, en presencia de Elisa, nuestros encuentros no pasaban de lo habitual. Saludarnos al vernos, platicar de nuestro día, que siguiera ayudando con las compras, el quehacer y las tareas de mantenimiento que, ocasionalmente, se presentaban en esa casa.
    
    Sin embargo, en cuanto Elisa salía con sus amigas de compras, con sus compañeros a proyectos universitarios o con su novio a citas, la casa se volvía en el hotel perfecto para descargar la lujuria acumulada entre María y yo.
    
    Mi vida sexual también seguía activa, sin embargo, sabiendo que sería habitual tener sexo con María, decidí tomar mis precauciones. Empecé a dejar de tener sexo con varias mujeres, de mis encuentros pasados me había hecho amigo con derechos de unas tres chicas, decidí ser exclusivo para ellas y no tener sexo con nadie más, además de María. Obvio, terminé eliminando mi perfil en Tinder para evitar recibir más matchs.
    
    Cuando Maria sabía que Elisa no estaría en casa por toda la tarde o toda la noche, ella me enviaba a mi Telegram fotos en lencería con el pie de foto que decía frases como <Está noche seremos tu y yo, cualquier plan con tus amiguitas queda cancelado>.
    
    Apesar de estar en su cuarta década de vida, su cuerpo se veía bastante joven, con apenas estrías, tenía una condición física que cualquier chica de veinte años envidiaría, su cintura y sus caderas hacían una perfecta figura de avispa. Siempre ...
    ... usaba una lencería de encaje color negro o rojo, con un liguero a juego y medias translúcidas que le llegaban a mitad del muslo. Siempre que llegaba de la universidad o de estar con mis amigos, ella me recibía en la sala de la casa, usando tacones negros altos, guantes que llegaban hasta sus codos, un labial rojo carmín y un fusta con el cual me daba una nalgada recriminado mi tardanza. Su paso firme, digno de la jefa de oficina que era, solo mostraba su autoridad como matriarca de la casa. Me trataba como rey, me servía de comer, me decia que era el hombre de la casa pero el precio era siempre exprimir hasta la última gota de mi juvenil semen.
    
    Cuando terminaba de cenar, siempre me hacía ir al sofá para descansar mientras hacia sus labores de mujer, como ella decía. Cuando terminaba, se plantaba frente a mí en la sala, tomaba la fusta para azotarme el muslo e ir subiendo con el cuero del mismo por mi pecho hasta el cuello. Ahí, tomaba mi mentón, me robaba un beso lujurioso y, dependiendo su humor y apetito sexual ese día, me hacía darle un oral en su vagina mientras estaba acostada en la mesa de centro o se ponía de espaldas hacía mi, acercaba su trasero a mi rostro para hundirlo entre sus nalgas y comerle el ano, mientras azotaba su propio trasero con la fusta o me hacía acostarme en el suelo para sentarse en mi cara mientras sacaba mi pene erecto, masturbándome pero dándome azotes en los testículos con la fusta o con la mano, recordarme que como hombre de la casa, debía ...
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