Parejas de Conveniencia - Relatos Eróticos

Parejas de Conveniencia

Por aquel entonces tenía 34 años. Trabajaba en una empresa de muebles como administrativa, y me encontraba casada con Niklas, un chico con el que había contraído matrimonio hacia una década. Él, en aquel entonces era un empresario autónomo con muy buena situación económica, lo que nos suponía gozar de una situación bastante tranquila económicamente hablando.

Lo peor de nuestra relación venía de antaño…, mi esposo siempre ha tenido una gran dependencia de su madre, hasta el punto de que siempre hace todo lo que ella le indica, la mima mucho, lo que motivaba que casi todos los días pasáramos por la casa de ella. Al principio, tras casarnos vivíamos en un piso alquilado, pero al poco tiempo, la madre convenció a Niklas para que adquiriera un piso situado en el mismo edificio donde ella vivía, concretamente en el ático, una oportunidad única porque los propietarios era una pareja de ancianos que deseaban mudarse una de esas residencia comunitarias donde tienen de todo, en la costa de Málaga. Pese a mi oposición, ya que quería tener cierta independencia de mi suegra, todo ello fue inútil, ya que al final me vi firmando la escritura de compra en la notaría de turno, eso sí, a un precio muy ventajoso en pleno bajón de la burbuja inmobiliaria… por menos de la mitad de su precio real.

La realidad es que el piso está muy bien, con unas vistas maravillosas, pero, tenía el inconveniente de que la madre habitaba en la tercera planta del edificio, y ello suponía una cercanía que me ...

... incomodaba bastante. Mi suegra se encontraba viuda desde hacía varios años, era joven para serlo con solo 55 años, y convivía en la casa con hijo soltero, el benjamín de los hermanos de mi marido, llamado Hans. Éste se encontraba estudiando en la Universidad, por lo que en aquellas fechas aún dependía económicamente de su madre.

Niklas y yo, aún no tenemos descendencia, aunque lo cierto era lo llevábamos intentando sin éxito desde hacía ya unos cuantos años… cada vez con menos tesón, todo hay que contarlo. Ello había suscitado un estado de ansiedad angustiosa, al ver como pasaban los años y no quedaba embarazada, especialmente, al comprobar cómo mis amigas ya tenían descendencia, y con hijos de unos cuantos años, algunos de casi diez. Por esa razón, los encuentros sexuales con mi esposo los veníamos realizando sin ninguna clase de protección, con la finalidad de en uno de esos polvos pudiera quedar fecundada de mi esposo. Sin embargo, pasaba el tiempo y todo era en vano, pese a que los médicos habían asegurado que mis óvulos eran fértiles. Es más, tras mucha insistencia convencí a mi esposo para que se realizara una prueba de spermiograma, dando como resultado que igualmente era fértil, pero, la concentración de espermatozoides era muy débil, por lo que conllevaba que las posibilidades de un embarazo de complicaban. Tenía pocos y vagos.

Tras pasar un tiempo en esa situación, habíamos barajado la posibilidad de una fecundación in vitro, pero mi esposo se bastante reacio a ...