ABRIENDO LAS ALITAS, FINAL
Fecha: 15/10/2025,
Categorías:
Gays
Autor: Martian25, Fuente: SexoSinTabues30
... la tiró al piso. Se colocó detrás de mí y de inmediato empezó a morderme el cuello mientras intentaba violentamente bajarme los pantalones. Ya con el pene de fuera me lo restregaba en las nalgas intentando penetrarme. No atinaba a defenderme porque no entendía lo que pasaba, empecé a asustarme en serio, ese no era el David que yo tanto amaba.
–Andas muy raro, mejor nos vamos. ¿Qué tienes? –dije.
–Si te la meten otros porque yo no –gritó fuera de control.
–¿Por qué dices eso? –protesté al lograr voltearme de frente a él.
Sin darme tiempo de defenderme me propinó un fuerte puñetazo en el rostro que me hizo tambalear, alcancé a detenerme de la pared. Con un segundo puñetazo me rompió los labios y me tiró al piso.
–¡Lo hiciste con mi hermano, la misma noche que lo hiciste conmigo, pinche puto marica! –gritó.
Me tomó de la camisa y me obligó a levantarme. Yo estaba mudo de la impresión, no esperaba que René se lo fuera a contar. Gruesas gotas de llanto rodaban por mis mejillas.
–¿Te gustó más su verga que la mía? –preguntó David fuera de sí.
Intentó nuevamente voltearme para penetrarme. Su mirada me daba miedo, pero no por eso iba a dejar que me violara. El miedo se convirtió en valor y lo aventé con fuerza, cayó al suelo y aproveché para salir corriendo. Él salió tras de mí gritando algo que no entendí.
Yo iba tan asustado que no vi por donde corría, al llegar a la zona arbolada del parque tropecé con algo y caí de cara al suelo. Casi me desmayo del ...
... fuerte golpe que me di en la nariz. David me alcanzó y al intentar levantarme vio tanta sangre en mi rostro que se quedó paralizado. Algo me decía, pero yo ya no le escuchaba.
Adolorido y confundido, con sangre y tierra en el rostro, no entendía sus palabras y pensé que seguiría golpeándome. Tomé una rama del suelo para defenderme y empecé a gritarle que me dejara en paz mientras lo intentaba golpear con ella.
Mis gritos llamaron la atención de los estudiantes que pasaban. Entre ellos iban nuestros compañeros Ernesto y Luis quienes se acercaron a ver qué pasaba. Al verme lleno de sangre aventaron a David a un lado para ayudarme.
–Ya déjalo güey, ya lo madreaste –le reclamaban.
David intentó acercarse de nuevo, pero al no saber con qué intenciones, Ernesto pensó que quería seguir golpeándome y me defendió.
–¿Quieres chingazos? Ahí te van –le advirtió antes de propinarle varios golpes en el rostro.
David cayó al suelo mientras otros compañeros, entre ellos Yolanda, me acompañaban hasta los sanitarios de la cancha de voleibol para lavarme la cara. No sé qué escurría más por mi rostro, mi sangre o mis lágrimas.
Con tanto alboroto alguien avisó en la escuela y pronto apareció el prefecto para averiguar lo que había pasado. En cuanto me vio sangrando decidió llevarme a la enfermería de la escuela. En el trayecto preguntó por mi mochila y no supe qué decir, si decía donde la había dejado tendría que confesar qué hacía en ese lugar. Por suerte tenía a Yolanda, mi ...