Atrapados en el ascensor 5: el culo de mamá - Relatos Eróticos

Atrapados en el ascensor 5: el culo de mamá

... a punto de saltar por los aires. Berni insistía en que debíamos hacer algo, pero yo prefería esperar hasta que Angélica se pusiera nerviosa y acabara metiendo la pata.

Lunes 4 de diciembre

- Ferran, despierta.

- ¿Qué pasa, enano?

- Me tengo que ir al instituto.

- Pues muy bien.

- Si te quedas durmiendo, Angélica va a aprovechar para irse.

- Joder, es verdad.

- Tienes que dejar ya la tontería de seguirla y enfrentarte a ella.

- ¿Te crees que lo va a aceptar sin más?

- Pues entonces se lo tendremos que decir a papá.

- No lo superaría, tú mismo lo dijiste.

- Vale, pues que esa zorra se salga con la suya.

- Tú vete, ya se me ocurrirá algo.

- Llevas dos días diciendo lo mismo.

Berni se fue al instituto y yo tardé menos de cinco minutos en vestirme para ir a desayunar, pero fue tiempo suficiente para que Angélica se arreglara y estuviera a punto de salir a la calle. Solo por su pinta ya era obvio que no iba otra vez de paseo. Llegué por los pelos a interceptarla y decidí que era el momento idóneo para cambiar de estrategia e intentar ganarme su confianza por las buenas.

- ¿Dónde vas, mamá?

- Tu padre se ha dejado la comida, voy a llevársela.

- Te acompaño.

- No hace falta, Ferran, si ni siquiera has desayunado.

- No te preocupes, estoy acostumbrado.

- Está lloviendo muchísimo.

- Podemos esperar a ver si para.

- Pero es que tengo prisa.

- ¿Por qué? Son las nueve de la mañana, papá no va a comer todavía.

- ...

... Tengo que ir en autobús y seguro que el tráfico hoy está fatal.

- Nunca he estado dentro del Excelsior, hazme ese favor.

- Está bien.

Una vez más volví a salirme con la mía y conseguí que hiciese lo que yo quería. Como venganza personal, decidí desayunar muy lentamente para que Angélica se desesperara pensando que no iba a llegar a donde fuese que tuviera planeado ir en realidad. Aunque realmente mi padre se había olvidado la comida, era obvio que esa mujer tenía otras cosas que hacer primero.

Tras tirarme media hora en el cuarto de baño perdiendo tiempo para agobiarla más, salí listón para esa pequeña excursión. El humor de Angélica ya casi volvía ser el de los últimos tiempos, aunque aún parecía contenerse. Paraguas en mano, llegamos como buenamente pudimos a la parada de autobuses y un rato después nos subimos en uno que iba abarrotado.

Me sujeté como pude y Angélica hizo lo mismo. Nuestros cuerpos quedaron muy pegados. Yo era más alto que ella, pero sus tacones nos igualaron, haciendo que mi paquete quedara a la altura de su culazo. Fue un momento muy tenso, pero si me movía solo iba a conseguir refregárselo. Estuvimos así durante un buen rato, tiempo suficiente para excitarme en contra de mi voluntad, pero finalmente llegamos.

Desde fuera, el edificio Excelsior era imponente, pero por dentro me decepcionó bastante. Angélica preguntó en recepción dónde podría encontrar a mi padre y le dijeron que ese día estaba en la cuarta planta. Por lo visto, habían ...