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Atrapados en el ascensor 5: el culo de mamá
Fecha: 22/10/2025, Categorías: Incesto Autor: VickySG, Fuente: TodoRelatos
Sábado 2 de diciembre Llevaba tres meses en la residencia de estudiantes y todavía no me había acostumbrado a despertar en una cama que no era la mía. Fue una decisión muy complicada, pero creí que lo necesario era alejarme un tiempo de casa para ver las cosas con otra perspectiva y evitar que se estropeara del todo la relación con mi familia. Al principio volvía todos los fines de semana a mi casa, pero dejé de hacerlo cuando vi que las cosas seguían sin mejorar. Los sábados en la residencia no había casi nadie y se convertían en un auténtico aburrimiento, pero al menos estaba tranquilo y podía concentrarme en estudiar y en intentar ligar con las pocas chicas que quedaban. Ese era mi plan para aquel sábado, entrarle a la rubia que estaba allí como alumna de intercambio y no tenía a donde ir. Llevaba un tiempo enviándole señales, miraditas que esperaba que en su país se interpretaran de la misma manera, pero todavía me faltaba dar el paso definitivo. Estaba todavía estirado en mi cama, con la calefacción a tope, trazando el plan, cuando me llamó mi hermano. - Ferran, ¿cuándo vas a volver? - Para Navidad fijo, pero me estoy pensando ir en el puente de dentro de unos días. - Necesito que vengas ya. - ¿Qué pasa? - He descubierto una cosa muy fuerte. - Pues cuéntamela. - No, por teléfono no. - Berni, no me estás liando solo para que vaya, ¿verdad? - Te prometo que no. Tiene que ver con mamá. - ¡Como siempre! Pero sabes que ya no la ...
... llamo así. - Ya, es la costumbre. - Pregúntale a papá si quiere que vaya a pasar el fin de semana allí. - No hace falta, sé de sobra que está deseando. - Entonces en unas horas estoy allí. - Gracias, hermano. - Más te vale que sea importante. Esa mujer a la que siempre había llamado "mamá" no era más que la mujer de mi padre y el principal motivo por el que seleccioné una universidad lejana en vez de la de al lado de casa. Nos crio como a hijos después de que nuestra madre muriera y nuestro padre rehiciera su vida con ella, pero en los últimos años su actitud había cambiado demasiado y eso se convirtió en fuente de conflictos constantes. Sabía que Angélica, que era como se llamaba, era capaz de casi cualquier cosa, por eso decidí tragarme el orgullo y acudir a la llamada de auxilio de mi hermano pequeño. Aunque fuese para mal, solo ella podía conseguir que dejara a un lado mi plan de conquistar a la rubia que tan cachondo me ponía y me tragara un viaje de hora y media en tren. Tal y como Berni me había dicho, mi padre me recibió con los brazos abiertos. Él parecía no enterarse, o no aceptar, el conflicto que teníamos con su mujer. Creía que todo seguía siendo idílico como cuando éramos pequeños y nos la presentó, pocos meses después de que nuestra madre muriera. En ese momento nos hubiéramos aferrado a cualquier cosa, pero poco quedaba de la mujer amable y cariñosa que conocimos en aquella época. - Hijo, cuánto tiempo sin verte. - Hola, papá. ...