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Atrapados en el ascensor 5: el culo de mamá
Fecha: 22/10/2025, Categorías: Incesto Autor: VickySG, Fuente: TodoRelatos
... vas a decir ya lo que pasa? - Angélica le pone los cuernos a papá. - ¿Cómo lo sabes? - El otro día se fue a la ducha y se dejó el móvil desbloqueado. - ¿Y se lo espiaste? - Le llegó un mensaje y no lo pude evitar. - ¿Estás seguro? - Sí, lleva meses follándose a otro. - Joder... no se lo habrás dicho a papá, ¿no? - Claro que no, lo destrozaría. - Voy a intentar averiguar por mi cuenta antes de irme. Me esperaba casi cualquier cosa de Angélica, pero nunca me había planteado la opción de que le fuese infiel a mi padre. Probablemente encajaba en su perfil de mujer fría, pero con él siempre la vi bien. Me dolió mucho que se hubiera atrevido a traicionarlo de esa manera, pero, en el fondo, llegaba a ser capaz de comprenderlo. Ni siquiera cuando era pequeño podía comprender qué hacía una mujer tan joven y atractiva con mi padre. Al menos en los inicios él conservaba parte de su juventud, pero con el paso del tiempo la balanza se había decantado exageradamente hacia el lado de ella. Angélica tenía treinta y cinco años y era normal que siguiera atrayendo a los hombres. Pero eso no justificaba la infidelidad. Si se había cansado de mi padre o buscaba cosas que él ya no le podía dar lo normal era que fuese de cara y le planteara el divorcio. La hubiera odiado igual, pero al menos nadie podría acusarla de desleal. No tenía ni idea de cómo iba a afrontar ese dilema, solo veía claro que debía tomarme el resto del sábado para reflexionar. Domingo 3 ...
... de diciembre No se me ocurría nada. Una noche entera sin apenas poder dormir solo me sirvió para trazar planes que no llevaban a ninguna parte. No me atrevía a decirle claramente lo que sabía, pero tampoco veía la forma de llegar a una situación en la que yo pudiera pillarla y a ella no le quedara más remedio que confesar. Se me ocurrió que el mayor favor que podía hacerle a mi padre mientras estuviera ahí era evitar que su mujer le fuera infiel de nuevo. Para ello tuve que pegarme mucho a Angélica, estar pendiente cada vez que le sonaba el móvil o la veía escribiendo. Esa presión la estaba aplicando en casa, pero era aún más importante que lo hiciera fuera. - Ferran, voy a comprar el pan, ¿quieres algo? - Me gustaría acompañarte. - Si es solo ir a la esquina y volver. - ¿Nada más? - Bueno, quizás aproveche para dar un paseo. - Pero si está diluviando. - Para eso están los paraguas, ¿no? - Tienes razón, voy contigo. Quizás era cierto que solo quería pasear, pero la información que poseía convertía cada movimiento suyo en sospechoso. Angélica no tuvo más remedio que aceptar que la acompañara a comprar el pan y después dimos ese paseo bajo la lluvia. Su comportamiento fue correcto, pero ya no derrochaba la misma simpatía de día anterior. Tampoco se atrevía a contestar las llamadas en mi presencia. Esa tarde de domingo debería haber cogido el tren de vuelta a la universidad, pero decidí quedarme toda la semana, ya que presentía que todo estaba ...