1. Consulta Íntima: La Doctora que Me Abrió el Deseo


    Fecha: 24/10/2025, Categorías: Lesbianas Autor: ExpuestaFem, Fuente: TodoRelatos

    El verano me lamía la piel con ese calor espeso que me enciende por dentro. Caminaba por el pasillo de la clínica sintiendo cómo mi vestido amarillo pastel se pegaba a cada curva de mi cuerpo. No llevaba ropa interior. Me gusta así. Sentir el roce de la tela en mis pezones, la brisa fría tocándome entre las piernas, como dedos invisibles.
    
    Cada paso hacía que mi falda larga se abriera levemente por la pierna, mostrando más piel de la que debería. Escuchaba mis propias sandalias sobre el suelo brillante, pero mi cabeza solo pensaba en una cosa: en que se me notara lo húmeda que iba.
    
    Cuando se abrió la puerta del consultorio, me quedé muda.
    
    Ahí estaba ella.
    
    Una mujer madura, de unos cuarenta. Elegante, con una bata blanca que no le ocultaba nada. Se le marcaban los senos bajo una blusa de seda fina y la falda le abrazaba las caderas con un descaro delicioso.
    
    —Hola, Daniela. Pasa, por favor —me dijo con una voz tan suave que se me apretó el pecho.
    
    La seguí y me senté frente a ella, cruzando las piernas despacio. Sabía que al hacerlo, el escote del vestido se abriría más. Quería que lo viera. Y lo hizo.
    
    —¿Primera vez conmigo, cierto? —preguntó, mirando su tablet—. ¿Cuántos años tienes?
    
    —Veintiuno —respondí con una vocecita que no me reconocí. Sentía las mejillas ardiéndome.
    
    —Bien… —sonrió, escribiendo algo. Su voz bajó apenas cuando preguntó—: ¿Has tenido relaciones sexuales últimamente?
    
    Tragué saliva. La pregunta me desarmó. Crucé los brazos por ...
    ... reflejo, intentando cubrirme los pechos, pero no servía de nada. Se me marcaban los pezones. Ella lo notó.
    
    —Sí… con un chico… y… una vez… me toqué con una amiga —dije bajito, sin mirarla.
    
    Soltó una risa suave, como una caricia.
    
    —No hay nada de qué avergonzarse, Daniela. Tu cuerpo es tuyo. Y tú… —me miró a los labios— eres hermosa. No me extraña que muchos quieran estar contigo.
    
    Sentí un cosquilleo entre las piernas. No supe si era miedo o deseo. Me removí en la silla. La forma en que me hablaba me hacía sentir tan… expuesta.
    
    —¿Y te gustó? ¿Cuando estuviste con tu amiga? —preguntó sin quitarme los ojos de encima.
    
    Asentí, bajando aún más la mirada.
    
    —Sí… pero me dio mucha vergüenza.
    
    Ella se levantó y caminó despacio hacia mí. Cuando llegó, me acarició el mentón con dos dedos. Levantó mi rostro.
    
    —Eso está muy bien, Daniela… ¿Te gustaría que hablemos un poco más de eso… mientras te examino?
    
    Sentí un temblor en las piernas. Quería decir que no, que tenía miedo, pero lo único que me salió fue un susurro:
    
    —Sí… pero… me da vergüenza…
    
    Ella me sonrió como si supiera que iba a decir eso. Me tomó la mano.
    
    —No vamos a hacer nada que tú no quieras. Solo charlamos… para que te sientas cómoda. Confía en mí. Esta revisión puede ser una experiencia… muy placentera.
    
    Y yo, le creí. Dejé que me guiara sin pensarlo más.
    
    Su mano era cálida, firme, pero no me apretaba… me guiaba.
    
    Me llevó a un sofá que había junto a la ventana y se sentó primero. Luego me ...
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