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La versión más puta de la mujer de mi padre
Fecha: 27/10/2025, Categorías: Incesto Autor: Ulpidio, Fuente: CuentoRelatos
Cuando mi viejo nos dio la noticia de que se casaba y que Mariana venía a convivir con nosotros mucho no nos importó. Vivimos en una casa enorme y papá tenía derecho a rehacer su vida como se le diera la gana. Sin embargo, esa impresión cambió desde el primer momento que apareció con sus valijas. Mariana medía 1.65, tenía caderas anchas y una cintura angosta que le marcaba perfectamente su culo trabajado en el gimnasio. Era delgada, pero con una espalda de hombros ampulosos que le daban una elegancia suprema a su cuello delicado, sobre todo cuando se hacía peinados recogiendo su pelo rubio y lacio. Tenía apenas siete años más que yo y 9 más que mi hermana. Cuando se ponía los top apretados de entrenamiento su cuerpo se veía espectacular, con los abdominales marcados y la espalda separada por una línea delgada que llegaba hasta su culo grande y carnoso. Cuando Mariana se mudó yo tenía 28 años. Estaba terminando la residencia de medicina y pagándome un crédito para mudarme con mi pareja. La llegada de Mariana a la casa había cambiado bastante mis hábitos cotidianos, como por ejemplo andar todo el día en calzoncillos o bañarme en el cuarto de mi viejo que tenía un jacuzzi impresionante y era lo más relajante para después de los deportes. También para coger con mi novia era un lugar codiciado, porque lo usábamos los fines de semana cuando mi viejo se iba al campo. Mariana era una mina muy sensual y extremadamente metódica. Se despertaba todas las mañanas a las 6, ...
... salía a correr y luego se iba a trabajar en su despacho, porque era funcionaria judicial. Cuando volvía hacía ejercicios de yoga en lo que era la sala de juegos y recién después de un buen baño aparecía por la casa para organizar la cena. Mi padre se la pasaba yendo y viniendo del campo, casi siempre con Mariana, así que en escasas ocasiones nos quedamos a solas. El yoga y el running de las mañanas mantenían su cuerpo casi perfecto. Se cuidaba en las comidas y era muy meticulosa a la hora de elegir los outfit para cada momento del día. Siempre elegía ropa que le resaltaba su cintura y sus muslos dorados y largos. Sus piernas eran largas como de bailarina de tango. Tenía las tetas medianamente grandes y eran perfectas para terminar sus curvas pronunciadas. Con el pelo ondulado, unos pómulos pronunciados y una boca grande con labios carnosos, era hermosa por dónde se la mirara. La verdad es que mi viejo había elegido un hembrón imponente que llamaba la atención de cualquier hombre de carne y hueso con su andar sensual y despreocupado. Elegía también perfumes suaves, lo que hacía que su presencia siempre estuviera acompañada de una dulce fragancia. Dejaba una estela al caminar. Era educada. No se metía en la vida de los demás. Una mujer atractiva que sabía lo que quería y actuaba en consecuencia. Con mi viejo tenían una relación correcta. Se acompañaban, trataban de organizar salidas los fines de semana, pero no tenían demasiada intimidad. De hecho a los pocos meses de ...