1. Arakarina (01: Una chica cualquiera, Introducción)


    Fecha: 01/12/2025, Categorías: Dominación / BDSM, Hetero Autor: george45winer, Fuente: SexoSinTabues30

    ARAKARINA I
    
    UNA CHICA CUALQUIERA
    
    HELENA
    
    «Somos de una especie que desaparece,
    
    Hasta nuestras diferencias se parecen.
    
    Somos como el tiempo perdido,
    
    Como palabras dichas al oído de nadie.
    
    Creo que somos los últimos en la tierra, de nuestra clase
    
    Por favor no me dejes.
    
    No somos los últimos en la tierra de nuestra clase… No me dejes»
    
    ANDRÉS CALAMARO
    
    «Together we stand, divided we fall»
    
    PINK FLOYD
    
    I
    
    Helena se detuvo en el umbral de la entrada.
    
    Toda su figura hablaba de inquietud, sus hombros alzados, su cabeza revirando a todos lados, un cairel cayendo desde su oreja izquierda, la corva de su pierna izquierda flexionada, las manos formando una red donde las dudas quedaban atrapadas bajo la inquisidora mirada de su fábrica de respuestas irreales.
    
    A lo largo del tiempo ha sido terriblemente incomprendida la inquietud, no obstante que todo lo que ocurre, lo que vale la pena atesorar, la diferencia marcada, todo proviene de ella. En otros tiempos el motivo de vida era conseguir la tranquilidad, pero nunca más. Para ella, la inquietud era como un inmenso girasol que le brotaba a la gente en el pecho, de una manera silvestre.
    
    Poco importa lo mucho que se haya hablado del manual para criar girasoles, pues los girasoles inducidos nunca lucen tan bien como los salvajes. He aquí que Helena pensaba que desgraciadamente no toda la gente tenía un girasol en su pecho o en cualquier parte del cuerpo. No todos tenían esa hambre de conocer, de ...
    ... experimentar, de probar el propio alcance. Y eso, aunque pudiera sugerir la idea triste de que exista gente que únicamente nace para consumirse, sobreviviendo dentro de un proceso ficticio con aparentes altibajos y supuesta emoción, no deja de ser una realidad. Es como los besos que nacen de la súplica, no saben igual que los silvestres, le guste a uno o no.
    
    Todo ese sentir se hacía presente mientras ella se encontraba ahí parada. A sus espaldas tenía toda la infraestructura que un matrimonio le podía ofrecer, lo que se representaba tan gráficamente a través del espléndido coche de su esposo que se encontraba aparcado afuera de la modesta casita cuya puerta no franqueaba todavía, tan rojo y brillante, tan refinado, tan de él y tan compartido con ella. Muy en cambio, el umbral parecía representar, por el lado que se viese, un límite o frontera misteriosa, de cuyo más allá no se sabía nada, del cual la única pista era ese hombre que se encontraba parado, suspendido, como rechazando, como invitando, con una careta poco creíble de que le daba exactamente lo mismo si ella entraba o no.
    
    Ese momento de definición no podría durar mucho por naturaleza. Él iba a decir algo, pero sus labios se sellaron ante la pregunta que hizo Helena «¿Puede una mujer como yo cruzar una puerta como ésta?»
    
    Por un momento Virgilio se le quedó viendo muy severamente, como si pensara que era él, el dueño de la casa, el que en su caso tuviera que pedir la pronunciación de una palabra de pase, el quien ...
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