1. El Diagnóstico del Deseo - Parte 2


    Fecha: 03/12/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Nicole Hot, Fuente: TodoRelatos

    ... sus dedos; siempre había sido penetración rápida, unos gemidos fingidos por cortesía, y luego él durmiendo como un tronco.
    
    Pero el doctor...
    
    Maite introdujo dos dedos, imaginando que eran los del hombre mayor—más gruesos, con esa uña del índice ligeramente amarillenta por el tabaco que fumaba en secreto. Se imaginó sus bigotes rozando su muslo interno mientras murmuraba obscenidades disfrazadas de términos clínicos.
    
    "Vas a responder muy bien a esta parte de la terapia, Maite".
    
    Sus caderas comenzaron a moverse al ritmo de sus dedos, la tanga ahora completamente empapada, pegada a sus labios como una segunda piel. El colchón crujió bajo su peso, pero ella ya estaba más allá de preocuparse por ser escuchada.
    
    "Soy tu médico. Confía en mí".
    
    Y Dios, cómo lo estaba haciendo. Su orgasmo de esa mañana había sido diferente—más profundo, más sucio, como si hubiera estado escondido en algún rincón de su cuerpo esperando que un hombre con suficiente paciencia (y perversión) lo desenterrara.
    
    El clímax la golpeó como una ola sucia, haciendo que sus piernas temblaran y sus dedos se hundieran más profundamente. Un grito ahogado se escapó de su garganta mientras imaginaba al doctor observándola, aprobándola, tal vez incluso tomando notas en esa maldita libreta médica que llevaba a todas partes.
    
    Cuando la respiración de Maite volvió a la normalidad, quedó mirando el techo, una mezcla de vergüenza y fascinación recorriendo su cuerpo sudoroso.
    
    Fuera, en el pasillo, ...
    ... el piso crujió bajo un peso familiar.
    
    Maite apenas tuvo tiempo de ponerse de costado y fingir sueño cuando la puerta se abrió lentamente. El doctor se quedó allí, inmóvil, respirando ese aire cargado de sal y vergüenza.
    
    —Duerme, mi niña —susurró, y Maite juró sentir una sonrisa en su voz—. Mañana tenemos otra sesión... intensa.
    
    La puerta se cerró con un click, dejándola sola con su confusión, su culpa, y ese nuevo y peligroso conocimiento: su cuerpo tenía gustos que su mente aún no entendía.
    
    La luz del amanecer se filtraba tímidamente entre las cortinas cuando Maite despertó, su cuerpo aún caliente por los sueños húmedos de la noche anterior. La tanga negra —la misma que había usado durante su exploración solitaria— seguía pegada a su piel, ahora seca pero impregnada del aroma de su vergüenza. Se incorporó lentamente, sintiendo cómo el elástico se ajustaba a sus caderas, recordándole lo poco que cubría.
    
    El doctor había sido claro: "Desde ahora, solo esto en las mañanas. Tu piel necesita adaptarse".
    
    Maite respiró hondo antes de salir de la habitación, sus pies descalzos rozando el suelo frío del pasillo. Cada paso hacia el consultorio era un recordatorio de su desnudez parcial, de cómo el aire se colaba entre sus piernas, acariciando lugares que ya no le pertenecían por completo.
    
    El doctor Castro Moreno la esperaba en el umbral, su bata blanca impecable contrastando con la oscuridad de sus ojos.
    
    —Buenos días, mi niña —saludó, su voz gruesa como miel ...
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